¿Yo señor? No señor

Gobierna el país un conglomerado de gente que no cree que la Ley sea el principio de orden de una sociedad civilizada y garantía de sus súbditos, en relación con todos los valores que basan la vida democrática (respeto de los demás, en su integridad, su vida, su seguridad, su propiedad, la igualdad ante la ley, etc.), y por ello la decadencia moral y jurídica del país ha llegado a un fondo sin final a la vista.Las estadísticas, que son números, pueden ajustarse a la realidad económica y social o ser lo que artistas interesados quieren ver y dibujar. Cuando no se puede salir a la calle sin riesgo de vida, los asentamientos se multiplican, la educación pública está en manos de sindicalistas fascistas que quiebran el brazo de las autoridades y multiplican el atraso cultural, la deserción estudiantil, las repeticiones de cursos, y en definitiva la ignorancia; la cosa es grave.Cuando el porcentaje de menores que no estudian ni trabajan es altísimo; cuando el gasto público inútil orientado al alud incontenible de un clientelismo proselitista, y los impuestos se multiplican, mientras acrece la inflación; cuando tenemos los combustibles y la electricidad más caros del mundo, en servicios prestados por monopolios estatales encargados de servicios esenciales a la comunidad, la cosa es más grave aún.Cuando se suceden escándalos públicos que van desde la “corruptocracia” de Pluna y los negociados del fútbol con el empujoncito del Pepe y su “pajarrico” celeste, pasando por una enorme cantidad de otras cañadas desbordadas de venalidad, ya la alegría para unos del dato estadístico no expresa la monumental y terrible decadencia nacional.Y no nos engañemos detrás del desastre y la presión tributaria del IRPF y del IASS contra indefensos...

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