Scolari le sacó un boleto

Gonzalo Frachia se levanta todos los días a las 3 y media de la madrugada. Saca el primer turno de CITA desde Tala, su pueblo natal, hacia Montevideo. Luego trabaja en la línea Montevideo-Casupá.Su destino pudo haber sido otro. Cuando era solo un adolescente y defendía los colores de Atenas de Tala, Luiz Felipe Scolari, el hoy técnico de la selección de Brasil, quiso llevarlo a jugar a su país."Felipao vino a Tala con Gremio de Santa Victoria, un equipo brasileño con el que Atenas hacía un intercambio. Un año íbamos nosotros y al otro venían ellos. En ese momento no era conocido como ahora", recordó Frachia en Tres Cruces, minutos antes de iniciar el primer viaje del día hacia Casupá, Florida."No era como ahora que ves a Felipao a cada rato. Recién nos dimos cuenta de quién se trataba al tiempo cuando lo vimos dirigiendo a Gremio en la Copa Libertadores", agregó el otrora talentoso volante con llegada. "Y me dije, ¡pero ese es el señor que me quiso llevar a Gremio! Recién ahí caímos de quién se trataba", relató.Aquella tarde de octubre de 1986 en que Atenas le ganó 2 a 1 a Gremio de Santa Victoria en Tala, el presidente del club "canario" le advirtió al muchacho que los brasileños habían quedado impresionados con su juego y querían llevárselo."Después del partido, Waldemar Barreto, el presidente de Atenas, hoy fallecido, me dijo que me querían llevar. Al rato me reiteró lo mismo. Se los conté a mis padres, que estaban ahí en la sede conmigo. Mi padre no me contestó nada, pero en su cara me di cuenta que no quería que me fuera", rememoró Frachia poseedor en aquellos tiempos de una muy buena pegada."Al rato vino Felipao y me dijo que me había visto condiciones y que estaban interesados en que al año siguiente me fuera a jugar con ellos. Le dije que lo iba a pensar, pero que era muy difícil, que estaba estudiando. Tenía solo 16 años y no había terminado el liceo. Después volvieron a llamarme, pero les dije que no. Mi padre nunca me lo prohibió, pero era muy difícil que me fuera solo, con 16 años, a un lugar que no conocía y con otro idioma. No quise irme. Me dio un poco de miedo. Hoy uno va a Brasil en dos horas, y tiene todo al alcance de la mano. En aquel tiempo era otra cosa. Ir a Montevideo te llevaba tres horas y para hablar por teléfono tenías que ir a Antel y te comunicaban dos horas después. Era difícil despegarse de la familia", admitió."Yo quería progresar. Jugar en Montevideo, pero ya irme era otra cosa. Si me hubiera pasado con 18...

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