La 'barra' que vuelve en cada Semana Santa

Viajan tratando de alejarse del ruido de las ciudades. Buscan hacer una pausa en los problemas cotidianos y por unos días, reencontrarse con el ser primitivo. Portan armas, perros y cañas. Son una "barra", como tantas, que sale en Semana Santa.Durante el día algunos cazan y otros pescan, pero es en la noche cuando todos se reúnen alrededor del fogón para compartir sus propias historias de vida.Sin el confort habitual y en contacto directo con la naturaleza, logran rescatar los mejores momentos vividos en los últimos 27 años y recargar energías para el resto del año."Somos un grupo grande de amigos que nos reunimos desde hace más de 25 años. La primera vez que vinimos, el padre de uno de nosotros, nos dijo: `espero que la amistad entre ustedes no se pierda nunca porque eso va debe transmitirse de generación en generación` y hoy estamos trayendo a nuestros hijos" dijo a El País, Álvaro Maresca, uno de los campamentistas de la primera hora.Indicó que las primeras experiencias con sus hijos fueron cuando tenían entre 5 y 7 años y hoy ya son adolescentes de 15 "que les gusta tanto como a nosotros venir a acampar sobre el río Uruguay"."Es una semana tranquila, aunque algún ataque al hígado ligás. Venimos a disfrutar, para desenchufarnos y escapar un poco de la rutina, de los apremios propios del trabajo, lo que te permite tirar un añito más" afirma Maresca.Una de las consignas es que no se desaprovecha nada. Todo lo que se pesca y caza se come. Nada se desperdicia."Cuando se caza un chancho jabalí, sin ser el cuero, se procesa y se come todo. Y se disfruta más porque entre todos hacemos la bondiola, el queso de cerdo, morcillas y sabemos que es 100% casero", cuenta Maresca.Por su parte, Eduardo Ferrari destacó la heterogeneidad de quienes se reúnen en el campamento cada día."Acá comparten baqueanos, guitarreros, estancieros y humildes isleños que llegan con pescado para sumarse a la rueda. Es gente de todo pelo y color, pero acá somos iguales: todos comemos y tomamos lo mismo y lo que es más importante aún: todos compartimos las vivencias de nuestras familias" dice Ferrari."Esto es único e irrepetible. Venimos con nuestros hijos y sus abuelos, algunos que ya no están, pero eso hace renovar aún más la fuerza del grupo" reflexiona el campamentista que vino desde Montevideo y tiene claro que tanto para él como para su hijo "en el año no hay otra semana como ésta".Los campamentos se multiplican durante esta fecha. Hay dos y hasta tres por cada estancia. Este grupo...

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