Dos damas muy ilustradas

Mario MarottiPERÍODO DE CRECIENTE actividad intelectual en toda Europa, la Ilustración forjó las bases sobre las que se asientan las sociedades actuales. En palabras del mismísimo Jean Le Rond D`Alembert (editor con Denis Diderot de L`Encyclopédie, publicada en París entre 1751 y 1772): "La Ilustración lo discutió y analizó todo, desde las ciencias profanas a los fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto, desde la música hasta la moral, desde las disputas escolásticas de los teólogos hasta los objetos del comercio". Para Immanuel Kant no fue otra cosa que la posibilidad para cada ser humano de utilizar su propia inteligencia.El movimiento fue delineándose en la primera mitad del siglo XVIII en la síntesis de las ideas de los filósofos racionalistas y empiristas del siglo anterior. En su Discurso del Método, Descartes había aportado la duda metódica como forma de descartar falsas creencias; Spinoza, su idea de que Dios y la Naturaleza eran uno. Pero el racionalismo continental no hubiera sido por sí solo capaz de encender la mecha de esa prodigiosa movida cultural. Ésta recién despegaría al incorporar las ideas de Locke y los empiristas ingleses, y fundamentalmente, de Isaac Newton en sus Principios matemáticos de la filosofía natural (los famosos Principia).París fue su centro neurálgico; en sus coquetos salones, animados personajes debatían sobre religión, filosofía, ciencia. Para la elite aristocrática representó la oportunidad de aprender, para el invitado, una instancia para divulgar sus ideas y obtener algún mecenazgo. Duquesas, marquesas y condesas fueron las organizadoras de esas tertulias pero el rol de las mujeres fue muy menor. La educación de las niñas -incluso las de clase alta- era limitada; aleccionadas por institutrices o tutoras sin salir de casa, si lo hacían era para ir a un convento. A pesar de ello, una disoluta cortesana lograría ocupar el lugar que, en la historia de la ciencia, estaba vacante desde la muerte de Hipatia en el 415.LA TRADUCTORA DE NEWTON.Cuando Gabrielle Émilie Le Tonnelier de Breteuil nació en 1706, los Principia llevaban casi dos décadas publicados. Newton había logrado allí articular las observaciones de sus antecesores (Kepler, Galileo) con un sistema de postulados coherentes y predicciones verificables que revelaban un universo matemáticamente predecible; lo hacía sin recurrir a hipótesis metafísicas o religiosas como era tradición. Su mayor virtud residía en la unificación de las leyes de movimiento en la tierra (caída de los cuerpos) y en los cielos (trayectoria de los planetas) al postular que...

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