Hallan la receta perfecta del humor musical

La enorme sala Eduardo Fabini, del Auditorio, llena hasta la última butaca. El clima, de fiesta, distendido. El público, variado, de muy diversas edades, actitudes y vestimentas. Gran expectativa.ynbsp;

Diez minutos después de la hora convenida, el espectador ve entrar en hilera a los cómicos por la izquierda del escenario: Daniel Rabinovich encabeza la fila. La gente se ríe con solo mirarlos. Es que los recuerdos que disparan esos hombres de riguroso smoking son sinónimo de alegría, de bromas entre amigos, de risa inteligente, de humor sano. Y de frases ingeniosas que ya forman parte del habla cotidiana de muchos uruguayos. Expresiones que remiten al ingenio. Alcanza canturrear "Yo te pago 20 escudos y no discutamos más", y la broma se caza en el aire. Por eso ese aplauso cerrado antes de comenzar.

Luego del primer saludo, el resto del elenco se retira, y Rabinovich y Marcos Mundstock quedan solos en escena. La gente se prepara: sabe de la potencia de esta dupla, que juega a contrapunto. Mundstock, paciente, grave, en contraste con Rabinovich, ocurrente e infantil. El dúo (Les Luthiers contiene varios buenos dúos, que se van armando en distintas combinaciones) se sienta junto a una mesita: y comienzan dos horas ininterrumpidas del mejor humor.

Mundstock balbucea algo entre indescifrable y gracioso. Y el público se ríe, incluso cuando su dicción borrosa deja dudas sobre lo que dijo. Rabinovich, como fuera de libreto, dice algo así como "con ganas de trabajar". Ya la sala está riendo de la irónica frase, que pone en contraste la euforia del público con la inevitable rutina de estos incansables artistas, que han dado cientos de funciones desde 1967.

Viejos hazmerreíres es una antología, es cierto, pero eso no significa un mero popurrí. Pese a que contiene pasajes bien conocidos, el espectáculo está armado con el profesionalismo habitual en ellos, y con un esmero por darle una forma de conjunto. Para eso se eligió un buen hilo conductor: dos locutores de radio, al frente de Radio Tertulia. El formato permite mechar el mano a mano entre los dos grandes cómicos, con todo tipo de modalidad escénica, fundamentalmente música en vivo, sketches, lectura de supuestas cartas de los escuchas, y mucho chiste suelto. Los instrumentos (los tradicionales y los insólitos) entran y salen del escenario: hasta el piano va y viene. Y no tarda en aparecer el primer número, "Las majas del bergantín", zarzuela náutica que está acertadamente colocada al principio...

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