El sueño sueco

FABIÁN MURO | VÄXJÖ, SUECIATienen algún tipo de seguro de salud en su país? Porque esto les va a salir muy caro", dice la enfermera en la policlínica de la ciudad de Vaxjö, una pequeña ciudad (60.000 habitantes) en el sur de Suecia.El tono de la enfermera, antes que admonitorio, es compasivo. El padre, que llevó a su hija por una infección en un pie, se preocupa. A la niña la vieron dos enfermeras y un médico. Le sacaron sangre y placas, le recetaron antibióticos. Por lo que le dicen, parece que tendrá que pagar varios miles de dólares. ¿Tanto cambió el modelo sueco de cuando él vivía ahí, hace 20 años? Pregunta, para sacarse la duda: "¿Pero siendo ciudadanos suecos también hay que pagar?". La respuesta lo tranquiliza: "Ah no, entonces solo tendrán que pagar los antibióticos".Todo lo demás correrá por cuenta de un Estado que parece habérselas ingeniado para mantener un alto nivel de servicios y prestaciones, aunque está consensuado que ese "modelo", el del bienestar, ya no existe. Tras un proceso de depuración de beneficios y subsidios públicos, privatizaciones y apertura a los flujos financieros internacionales, el modelo construido sobre varios acuerdos entre Estado, empresariado y movimientos sindicales y sociales (ver recuadro) cambió sustancialmente.A pocos metros de la policlínica, gente entra y sale de manera constante de la biblioteca de la comuna. La oferta es amplia: desde leer revistas y diarios de muchos países en la cafetería, hasta investigar en los archivos oficiales de la ciudad, ya que rastrear los antepasados es una actividad con muchos adeptos entre los suecos. De las bibliotecas es posible llevarse incluso discos, películas y libros de audio en un pen-drive. "Usted debe borrar los archivos cuando termina el período de préstamo", se lee en la pantalla de la terminal que ofrece literatura hablada. La confianza en que el usuario hará lo que le indica la institución pública es lo que predomina.Otro ejemplo: la comuna de Vaxjö también pone a disposición de veraneantes y turistas un lugar de esparcimiento y recreación en las afueras de la ciudad. Holmarna, así se llama, es una suerte de idilio al lado de un lago, con canoas, una lancha para dar vuelta en esquíes acuáticos, fogones, baños y unas rústicas camas de madera techadas, para dormir. Sin costo alguno y con dos empleados municipales que supervisan el lugar, es principalmente usufructuado por jóvenes que muchas veces hacen los casi siete kilómetros hacia Holmarna en bicicleta, un vehículo muy popular en Vaxjö.Los servicios se extienden hasta los detalles más triviales de la vida social, como que la Dirección Nacional de Atención Bucal mande un mensaje de texto un día antes de la cita con el odontólogo, como recordatorio.ORIGEN. Para muchos expertos suecos, en particular los de izquierda, el fin del modelo ocurrió más o menos en la misma época en que el ministro de Estado Olof Palme fue asesinado en Estocolmo, en 1986. Ese asesinato, que aún no ha sido resuelto, es también interpretado como el fin de la hegemonía política del Partido Socialdemócrata, diseñador y constructor del Estado de Bienestar y en ese momento liderado por Palme. De rondar el 40 % o más de apoyo electoral en cada elección durante la mayor parte del siglo pasado, las últimas elecciones en 2010 dieron que la otrora poderosa socialdemocracia hoy convoca 10% menosLas razones de la caída del modelo sueco también están más o menos consensuadas: el neoliberalismo impulsado desde Washington y Londres terminó con lo que se conocía como el Estado de Bienestar en la mayor parte de Europa Occidental, Suecia incluida.Sin embargo, mientras que en otros países ese giro a la derecha dejó un Estado reducido a expresiones mínimas, los suecos se las han ingeniado para mantener una administración pública de dimensiones importantes, con altos niveles de...

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