Destellos de una guerra invisible

El 73% de los uruguayos cree que aumentó el narcotráfico y los datos parecen darles la razón. La cantidad de procesamientos por este delito se sextuplicó desde 2000 y se hizo más evidente cuando comenzó una epidemia de "ajustes de cuentas". ¿Por qué en Uruguay?

Cuando transitaba por el kilómetro 24,100 de la avenida Ginnattasio, Ramón Quevedo recibió 14 balazos y su pareja otros dos. Un mes antes, la Policía encontró más de 40 casquillos de bala de un tiroteo entre narcos en Villa Española. A fines de diciembre, desde una moto dispararon contra la casa de dos jóvenes en Punta de Rieles y murieron en el acto. Hubo otros dos fallecidos en Sayago por guerra entre traficantes, acribillaron a uno de los jefes de la barra de Peñarol y la cuenta sigue. De los 289 homicidios ocurridos en 2015, el 36% fue por "ajuste de cuentas", la mayoría por narcotráfico.

Una adolescente de 16 años esperaba para ir a bailar y fue atropellada por una camioneta en Solymar. Fue una de las víctimas inocentes de los narcos. El vehículo era conducido por un hombre asesinado a balazos, a quien acompañaba su mujer, también acribillada y su hijo en estado de shock. Ese niño paraguayo vio morir a sus padres delante de él; quedó huérfano. Un bebé falleció tras recibir un tiro en la espalda; desde una moto tirotearon la puerta de su casa en Casabó. Desde otra moto dispararon a principios de 2015 a una niña de tres años y murió. Una balacera en Maldonado le costó la vida a Camila, de 21 años. La lista sigue.

Siete de cada 10 uruguayos consideran que aumentó el narcotráfico, según datos del Observatorio Latinoamericano de Políticas Públicas. Y los números parecen darles la razón. Los procesamientos por delitos de estupefacientes aumentaron seis veces en los últimos 15 años. Pero el mayor impacto, al menos para el imaginario colectivo, es la epidemia de homicidios entre delincuentes.

Estas muertes y otras tantas que quedan fuera del recuento son la punta de un iceberg que comenzó a visualizarse en enero de 2012. Lo que antes eran disputas entre líderes narcos desde la cárcel o heridas en las piernas, adquirió otro cariz: hoy contratan sicarios para acabar con la vida de otro a cambio de unos $ 3.500.

Que me miró mal, que me robó el cargamento, que se mete en mi territorio. Cualquier hipótesis sirve de excusa. Es que al auge económico de los últimos años, el que agrandó el mercado interno e hizo que consumidores buscaran drogas de mayor calidad, le siguió la desaceleración. Y al achicarse el negocio, las pujas internas quedaron de manifiesto.

Es mucho el dinero que mueve el narcotráfico. Es una de las cuatro industrias más poderosas del mundo, junto a las armas, los alimentos y los medicamentos. Genera US$...

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