Un enredo de película

Los creadores de películas y series no han logrado ser protagonistas de la Ley de Derechos de Autor. La ley, reformada en 2003, no incluye ni a los directores ni a los guionistas como autores, pero sí contempla la obligación de pago por "retransmisión" y "comunicación pública" de un contenido audiovisual independiente (es decir, que no haya sido producido por un canal). Los que pueden reclamar estos derechos son los productores, porque son los dueños de las obras.

En nuestro país, donde el sector audiovisual es cada vez más fuerte pero aún joven prácticamente no se hacían películas cuando se reformó la ley, se da la particularidad de que los directores suelen ser a la vez guionistas y productores. Y los que no lo son, habitualmente negocian una participación económica en las ganancias que generará la obra cuando se exhiba en las distintas ventanas. Por eso, recaudar estos derechos es lo más cerca que están de hacerse valer como autores.

Cobrarlos de forma individual sería extremadamente complejo. Ni Pablo Stoll ni Woody Allen pueden estar al tanto cada vez que una película suya se retransmite a través de un cable, o se exhibe en una sala de espera del mundo entero. No pueden ir en el acto, emitir una factura y recibir un cheque. Sería costoso y absurdo. Para hacerlo, existen las entidades de gestión colectiva como Egeda, que fue fundada por productores españoles en 1990, imitando el modelo que antes habían llevado a cabo sus colegas alemanes.

Con el correr de los años y el desarrollo de los sectores audiovisuales de habla hispana, fue instalándose en distintos países de Latinoamérica. Para ello, es necesario que un grupo de productores la funde y que el Poder Ejecutivo apruebe su funcionamiento. Egeda fue autorizada para iniciar su gestión en Uruguay en 2007. Desde entonces trabaja bajo la dirección de productores nacionales.

La recaudación se divide así: el 70% se reparte entre los productores, el 20% se destina a la producción nacional y el 10% corresponde a gastos de funcionamiento. "Es como el Agadu del cine. Agadu gestiona los derechos universales de la música y Egeda los del cine", explica Lucía Gaviglio, productora de Mi Mundial y tesorera de Egeda. La gestión es de Uruguay hacia el mundo y del mundo hacia Uruguay. Si mediante convenios internacionales Agadu cobra la recaudación tanto de Ruben Rada como de Paul McCartney, Egeda se dispone a hacer lo mismo con Álvaro Brechner y Steven Spielberg. En el mundo gestiona derechos de 13.000 productores y 700.000 obras.

Sin embargo, su desembarco ha causado revuelo en varios de los territorios que pisó. Para sus autoridades, los conflictos son como un flashback en una película. Opina Helena Nosei, su directora local: "Lo que pasa es que a nadie le gusta que le vengan a cobrar una cuenta nueva".

En 2012, cuando Egeda salió al mercado uruguayo y comenzó a reclamar por primera vez el pago de estos derechos contemplados por la ley, se desencadenó una fuerte resistencia. Se formaron dos bandos que están enfrentados. De un lado está Egeda y las 50 productoras locales asociadas, que cuentan con el apoyo de la Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay (Asoprod), y del Sindicato de Trabajadores, Técnicos y Profesionales del Cine y el Audiovisual del Uruguay (AUC-Gremiocine); del otro están quienes se oponen a pagarles por los derechos que reclaman.

"Son ellos los que presionan al Poder Ejecutivo. Nos quieren cansar y desanimar para que dejemos de reclamar y no tener que pagar nunca", dice Nosei. "Es una guerra de lobbies".

"Ellos" son los cableoperadores, que según los productores deberían pagar la retransmisión cada vez que emiten una obra de realización independiente que adquirió un canal...

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