¿Hasta cuándo?

Todavía perplejo por la performance artística antisemita del viernes pasado en plena avenida 18 de Julio, me pregunto qué mueve a esos fanáticos a arruinar una marcha inspirada en un reclamo tan justo como el de la equidad de género. Habrá quienes lo interpreten como una táctica habitual de las minorías extremistas, que buscan visibilidad subiéndose al carro de las demostraciones masivas para apropiarse de sus repercusiones.Pero también es válido sospechar otra causa: el indicio de una progresiva desculturización, un avance de oscurantismo que se adueña de la opinión pública sin que tomemos conciencia.Las más grandes obras de arte tienen que ver con eso. En una de las cumbres de su dramaturgia, Eugéne Ionesco nos sitúa en un pequeño pueblo de Francia, casi idílico, sorprendido por la aparición de un rinoceronte. Muchos entran en pánico y se preguntan de dónde puede haber salido. A medida que avanza la acción, los rinocerontes se multiplican y descubrimos que en ellos se están transformando las personas, deshumanizadas. Filósofos e intelectuales van mutando rápidamente, del asombro inicial a la admiración, y de allí a su propia y voluntaria conversión en bestias. Es una metáfora cristalina del ascenso del nazismo, que lejos de obedecer al plan diabólico de una élite, se incuba en la decadencia moral de la sociedad.En la película "Cabaret" de Bob Fosse pasa algo similar. Una escena campestre en la Alemania de los años 30 muestra a un adolescente rubio, cantando un alegre himno a la naturaleza. El público que lo rodea lo mira primero con desconfianza, pero él los va atrayendo uno a uno con su canto: terminan casi todos de pie, entonando eufóricamente infamias racistas con el brazo derecho en alto.Nuestro...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR