150 años viendo a Montevideo crecer

El primer monumento público y una controversia de un siglo y medio sobre su nombre y simbología.

Hace 150 años ya habían sido fundidos dos cañones usados en un reciente conflicto entre blancos y colorados. El bronce de esas piezas de artillería permitió dar cuerpo a la estatua de la Plaza de Cagancha.

Por mandato de la Jefatura Política de Montevideo, comandada por el coronel Manuel M. Aguiar, tal tarea fue realizada en la fundición de don Ignacio Garragori, que era en donde se trabajaba y laminaba los metales para acuñar monedas.

Eso ocurrió en enero de 1866 y meses después ya comenzaron los trabajos de cimentación en el cruce de la 18 de Julio con la excalle Ibicuy (hoy Gutiérrez Ruiz) y Rondeau.

También al coronel Aguiar, militar que acompañó al general Venancio Flores durante su revolución, le correspondió hacer contactos privados para dar con posibles proyectos de la estatua. Dos escultores respondieron al llamado, José Livi y Andrés Bramante.

Al primero de estos, un italiano alumno de las academias de Florencia y Carrara, que llegó a Montevideo desde Buenos Aires en 1859, le concedieron el desafío. El arquitecto Bernardo Poncini lo consideraba "el primer artista de escultura que ha venido al Río de la Plata".

La modelo que posó para Livi con túnica griega y gorro frigio no fue otra que su agraciada mujer, Rosita Pittaluga. La matrona en bronce terminó coronando una columna, que sumadas alcanzan una altura de 17 metros y un peso de 9 toneladas. El 20 de febrero de 1867, veintiún cañonazos retumbaron contra los muros de las primitivas y escasas edificaciones de la zona. Había quedado inaugurado el único monumento público de su especie de todo el país, en la plaza que, tras la Paz de la Unión, recobró su nombre de "Cagancha" en lugar de "25 de Mayo".

El historiador, escritor, periodista y abogado uruguayo José María Fernández Saldaña llegó a decir que podría discutirse si la columna con su estatua modelada por Livi honra la Libertad, la Ley, la Paz o hasta la revolución de 1865.

Pero lo indiscutible para él es que "los materiales nobles, las líneas esbeltas y la elevación del fuste realzaban todavía el mérito del monumento que, en medio del descampado de la plaza, cruzada por la desolación de la calle 18 de Julio, entre casas paupérrimas y barracones, destacaba la silueta de una columna romana".

Las dificultades para terminar de definir la estatua crecieron debido a los cambios desde su concepción y aún antes. Bajo la presidencia de...

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