Bronca y movilidad

El Papa Francisco estuvo en Río de Janeiro y en cinco días entusiasmó hasta el delirio a todo el Brasil. ¡Verdaderamente fantástico! Lo que muchos no han reparado es que el Papa desembarcó en un país enojado, con manifestaciones callejeras, violencia y destrozos en las principales ciudades del país hasta el día anterior.¿Por qué tanta irritación en un país cuyo gobierno éste y el precedente, del mismo partido han tenido los más altos índices de popularidad? ¿Qué produjo tanta inflamación en un país donde veinte millones de personas ascendieron desde la pobreza a la clase media en los últimos años y donde los ricos son los principales compradores de bienes raíces en Miami? Desde el periodismo, la sociología y las dirigencias políticas se ofrecieron toda clase de explicaciones del incendio. Fueron tan dispares unas de otras que quedó claro que nadie entendía lo que pasaba ni por qué. Tampoco nadie creyó que el reclamo por el boleto del transporte público bandera inicial fuera la verdadera causa. ¿Entonces?Un intelectual americano entre sociólogo y filósofo muerto el año pasado, tiene algunas páginas, escritas hace tiempo, que me han parecido esclarecedoras. Su nombre es Albert Hirschman y lo que sigue está tomado de un trabajo suyo titulado: “The changing tolerance for income inequality in the course of rapid economic development”. O sea: los cambios en los niveles de tolerancia a la desigualdad de ingresos en los países de rápido crecimiento económico.Dice Hirschman que en los momentos de crecimiento económico rápido en sociedades relativamente nuevas, (Brasil, por ejemplo) cuando las desigualdades de ingreso en los diferentes sectores sociales se prolongan, puede darse tolerancia hacia esas disparidades. Pero la tolerancia social es como un crédito: tiene una fecha de expiración. La satisfacción de un...