La nueva pobreza

La miseria suele identificarse con ciertas zonas de Africa, aunque la región del mundo con peores desniveles de fortuna es Latinoamérica. Un ejemplo de indigencia son los arrabales de Bahía, donde las familias de hurgadores se alimentan de los desperdicios de hospitales públicos. Sin embargo, los únicos paisajes de penuria no son los de las clases marginales que viven en taperas, o duermen en la calle. Hay en esta realidad del siglo XXI una nueva pobreza, que es la de los países ricos, donde una pequeña burguesía que históricamente vivió en niveles de decoro y con sus necesidades básicas satisfechas, ha ido bajando a escalones de desempleo y de hambre sin que la fachada del Primer Mundo lo revele.Esa nueva pobreza es la que debe recurrir a los comedores habilitados por instituciones caritativas donde se provee almuerzo y merienda diariamente. Una asistente de Cáritas, entidad benéfica dependiente de la Iglesia Católica, declaró hace un par de años que “sigue creciendo una clientela inesperada, la de saco y corbata”.Eso ocurría en la Italia de hoy, aunque en España la situación es similar. Con un 26% de desocupados, el cuadro ibérico está lleno de familias que concurren de lunes a domingos a los esyablecimientos de Cáritas -entre otros similares- donde obtienen el alimento que ya no pueden comprar. Sobreviven refugiándose en casa de abuelos que disponen de una pensión precaria, y son el público que llena de la mañana a la tarde las largas mesas de los comedores populares. Eso sucede en la Unión Europea, un mapa de 28 países asociados que no hace mucho fue emblema de la opulencia de aquel hemisferio.Pero ese mundo fue descalabrado por la calamidad financiera de 2008, cuando se desfondaron las hipotecas, el sistema bancario tambaleó y Wall...