El acto del Obelisco

Un Uruguay para todos; así proclamaba el enorme cartel sobre nuestras cabezas en el estrado que la multitud tenía frente a sus ojos: "Por un Uruguay sin exclusiones".> > La conciencia de los pueblos se construye en base a la memoria de sus logros y sacrificios: sobre todo sobre la memoria de sus gestos de generosidad y grandeza. Todos los años, cuando llega el 27 de junio, los medios y los discursos políticos no dejan pasar la fecha sin mencionar esa derrota. En cambio, los hitos de victoria, como el acto del obelisco, pasan sin conmemoración ni relato. ¿Qué nos pasa?> > El acto del obelisco tiene una importancia enorme hoy, más allá de la que tuvo en 1983, en cuanto reclamo popular por libertad y unidad. Fue un acto maravilloso no solo por la multitud que congregó sino porque fue concebido y llevado a cabo como algo de todos: nadie se lo quiso apropiar, todos vimos que tenía que ser de todos, sin excepciones.> > Yo guardo con orgullo una foto del estrado en la cual delante mío en primera fila está sentado Sanguinetti, al lado mío en la segunda fila está Victor Semproni y atrás, en la última fila, Pereira Reverbel. Quienes conocen estos nombres saben todo lo que significó meter a los tres en el mismo estrado.> > Al día siguiente del acto el Goyo Alvarez lo calificó como un cambalache: la Biblia junto al calefón. La pluralidad no fue casual sino un propósito: esa composición del estrado hacía visible el compromiso que se tenía respecto a cómo debía ser el Uruguay que veníamos a reclamar: un Uruguay con todos y para todos. No elegíamos: éste me gusta, éste no me gusta. Todos es todos.> > El acto del obelisco es la contracara y la mayor desautorización de la mentalidad -tan argentina- de...

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