Adelantando el Carnaval

En el mundo de la posverdad o en el de los hechos alternativos inventado por Donald Trump, la mentira ha adquirido estatus de arma legítima para muchos de los que piensan que el fin justifica los medios. En orden inverso, la verdad ha sucumbido ante el relativismo que campea en la vida diaria. > > Cuando todo puede ser cuestionado y revisado de manera apresurada y superficial, toda verdad se relativiza de un modo sumario y, ante la incertidumbre, la mentira o la verdad a medias se imponen con facilidad. Pero lo peor es cuando la infamia se disemina con el pretexto de una mal entendida intención de satirizar la realidad. Paso a un ejemplo muy reciente:> > "Hay orden de no aflojar fue la promesa de Larrañaga; que hasta último momento la militaba. Aún no se sabe mucho de su partida inoportuna; lo que todo el mundo sabe es que estaba en una".> > Lo que antecede es la transcripción textual de una estrofa del cuplé cantado por la murga Cayó la cabra durante su prueba de admisión para el próximo concurso de agrupaciones del Carnaval 2022. La cito porque no quiero que a ningún lector le queden dudas sobre su redacción y contenido. Sus palabras son tan claras como inequívocas. > > La alusión a la muerte del ministro de Interior y la sospecha que arroja sobre las circunstancias de la misma son elocuentes en relación a lo que comúnmente se considera una bajeza. No importa que se trate de una murga, de un contexto carnavalero o de un suelto en la prensa con o sin firma. Además, a una bajeza no se la censura, se la condena. Los muertos no pueden defenderse.> > Una vez que trascendieron estos versos, el hijo mayor de Jorge Larrañaga respondió a ellos con un tuit medido y dejando la puerta abierta para que los responsables de los dichos se disculpasen. No se si eso se cumplió, pero en realidad no importa. El daño estaba hecho y su difusión a través de los medios y las redes lo amplificó. Lo que sucedió luego ya entra en el terreno de lo absurdo. > > Hablar de censura, de libertad de expresión y toda esa batería de pretextos para justificar un exceso de mal gusto, hace patente el grado de imbecilidad e ignorancia que muchos padecen. Para estos, el Carnaval todo lo permite y justifica. Incluso arrojar dudas y maledicencia sobre la muerte de alguien que hasta el final de su vida estuvo al servicio de sus ideas, sus convicciones y como integrante del gobierno, de la sociedad.> > Soy carnavalero, pero hace mucho tiempo que no piso un tablado y tengo...

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