Agenda para el progreso

El relato frenteamplista que se impuso durante décadas con la autoproclamada autoridad moral está colapsando, agotado por la realidad y, en definitiva, por la verdad.

Su final se puede presentir. La división que nos impuso como sociedad, la pretensión de adoctrinamiento intelectual y ético, se está desvaneciendo como se desvanecen las mentiras. El Frente venía supuestamente con todas las soluciones: educación, seguridad, salud, economía. Sus equipos eran, en ese relato, infalibles. La realidad arrasó con la pretendida infalibilidad técnica. El supuesto dream team hizo los negocios más ruinosos de los últimos tiempos (Pluna, Casinos, Ancap; más Bengoa, Campiani y el Sr. de la derecha). Se esfumó la infalibilidad ética. Era un cuento, y como tal, terminó. No eran mejores. Más aún, hay muchísimos ciudadanos que los votaron que hoy se sienten defraudados y han dejado de sentirse representados. Ahora bien, que el Frente esté mal no asegura que la oposición gane. La oposición debe hacer sus deberes. Si desde la oposición no actuamos con madurez y, sobre todo, con responsabilidad, el cambio no podrá concretarse. La gente está urgida de respuestas. El país precisa de una alternancia política apoyada en la construcción de mayorías que brinden estabilidad. El escenario político y electoral actual -que es el que tenemos desde 1999 con el Frente como primera fuerza-, requiere trabajar para obtener mayorías con capacidad de gobierno. El escenario más probable para el 2019 es que quien gane no tenga mayorías parlamentarias propias. Para concretar el cambio político nacional considero que la oposición debe generar un proyecto que sume las mayorías sociales y políticas que quieren la alternancia, integradas en un gran proyecto. El post frentismo se construye, no en contra del Frente, sino superándolo. La oposición, o las oposiciones, con sus identidades y matices deben generar un gran proyecto alternativo. Una coincidencia programática entre blancos, colorados, independientes, e incluso sectores o dirigentes del Frente Amplio desencantados. Podrá haber varios aspirantes, varios partidos, varias orientaciones, pero tendría que haber UN gran proyecto de cambio. No se trata de un formato electoral sino político. No podemos dejar que nos ganen las diferencias. Debemos abrir nuestras organizaciones, nuclear a las nuevas dinámicas sociales, porque de lo contrario corremos el riesgo de ser una oposición cómplice y funcional al Frente, o meramente una oposición...

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