Alfonsina Storni evocada en poemas y en imágenes

Considerada una de las poetas argentinas más importantes del siglo XX, Alfonsina Storni, un ser frágil y fuerte a la vez, con una vida intensa y apasionada, decidió irse sumergiendo en el mar un 25 de octubre de 1938.Hoy, un libro con sus poemas, ilustrado por Antonia Santolaya, pone al día su obra. Con prólogo de Clara Sánchez, Alfonsina Storni, las grandes mujeres es un pequeño volumen, editado por Nórdicas, que se convierte en una doble obra de arte; por un lado, los poemas de Storni, la poeta argentina de origen suizo nacida en 1892, y por otro los dibujos y pinturas de Antonia Santolaya (Ribafrecha, La Rioja, 1966), plagados de fuerza y color.Y es que, según explica Santolaya, el color lo lleva, lo tiene adentro Storni en su "vivir intenso. No por hablar de muerte debe hablarse en blanco y negro; hay mucha vida en ella incluso cuando habla de muerte", advierte.La poesía de Alfonsina Storni es "tierna y delicada, pero rocosa, como si uno tuviera que arañarse las manos y las rodillas hasta coger flores y esos cardos y los besos de los que habla", dice la escritora Clara Sánchez, en el prólogo.Alfonsina Storni forma parte del club de las poetas suicidas, de esas mujeres cuya experiencia límite, dura e intensa, roja y negra a la vez, fue regalada a la vida con palabras hermosas alimentadas por sus heridas, en un mundo muchas veces adverso y machista.Storni, gran defensora del universo femenino y activista por la igualdad, añadió su nombre al de Virginia Woolf, Silvia Plath o Alejandra Pizarnik, escritoras que no vieron la luz al final del túnel; como ella, que una noche envuelta en un manto se entregó al mar oscuro y frío, un mar al que la poeta siempre había cantado azul.Tres años antes de su muerte, a Storni le diagnosticaron cáncer de mama y le tuvieron que extirpar un pecho, una enfermedad que le provocó un gran desánimo, al igual que el golpe que para ella supusieron los suicidios del cuentista uruguayo Horacio Quiroga y de su hija, y la del escritor argentino Leopoldo Lugones, como recuerda Clara Sánchez en el libro.Pero la forma en la que Storni puso fin a...

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