Otro aporte sobre el proceso que desembocó en el golpe de Estado

Siguen apareciendo libros interesantes sobre la historia reciente uruguaya. Ninguno completo. Ninguno totalmente abarcador. Pero cada uno de ellos aporta una pieza del rompecabezas. Uno de ellos es "Orden y progreso" de Federico Leicht.El subtítulo del libro, publicado por Ediciones de la Plaza, marca de alguna manera el territorio que el autor ha decidido explorar: El influjo de Brasil en el camino al golpe de Estado.De sus apretadas, bien escritas y muy legibles 142 páginas (23 de ellas de fotografías, de donde el texto mismo es en realidad algo más corto) surge una visión bastante completa, razonablemente equilibrada y considerablemente inteligente del papel que la dictadura brasileña surgida del golpe de Estado contra Joao Goulart en 1964 jugó en el proceso político uruguayo posterior, que incluyó los años de la guerrilla y la instauración de una tiranía local. Con abundante documentación, Leicht pone sobre el tapete el empeño de Itamaraty de esos años de convertirse en el "subimperio" de América del Sur, jugando la carta de la subordinación a los Estados Unidos pero al mismo tiempo operando como el titiritero de los demás gobiernos de la región.En la contratapa, el brasileño Jair Kirschke, fundador del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Brasil rememora una consigna que impulsó a los sucesivos gobiernos militares brasileños: "Lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para Brasil, y lo que es bueno para Brasil es bueno para Estados Unidos". Una demostración de esas bondades fue la Doctrina de la Seguridad Nacional, comprada por los brasileños en la estadounidense Escuela de las Américas, y convertida luego en producto de exportación desde Brasilia. Esa política incluyó negociaciones diplomáticas y presiones a estados vecinos (especialmente Argentina) y planes de invasión, primero a Bolivia, luego a Uruguay, si en una de esas la izquierda llegaba de alguna manera al gobierno.De hecho, la invasión de Uruguay fue un plan muy próximo y real (denominado Treinta Horas) cuando varios actores creyeron de veras, aunque desde la perspectiva del Tercer Milenio parezca más bien una incursión en la Dimensión desconocida, que el Frente Amplio podía ganar las elecciones de 1971. Para enfrentar esa posible invasión hubo incluso contactos (no puede llegar a hablarse de reales alianzas) entre protagonistas bastante inesperados (los tupamaros, el partido Comunista, el sector de militares autodenominados "legalistas).Para entender esos hechos puntuales se...

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