La batalla verdadera

En el homenaje a los soldados asesinados por los tupamaros en 1972, el Arzobispo Sturla, proclamó que "la oración por los difuntos no tiene bandera, ni color; ni otro fin, que ponernos delante de Dios y de su misericordia, con sentimientos de humildad, justicia y perdón". E invitó "a unirse con la oración o con el silencio, en la fe y en el respeto a las convicciones de cada uno". Con ello, se dirigió no solo a los seguidores de su credo sino a todos los humanos. Ejemplo expresivo de la nueva manera de convivir que nace entre los sensatos, como lo fue también la invitación que le dirigió el Gral. Córdoba, Presidente del Centro Militar, institución que reúne a servidores de un Estado sin religión: patentizó un concepto abierto y activo de lo laico.> > La laicidad del Estado - que fue pionero el Uruguay- ya no consiste en combatir los dogmas ni acallar o ignorar los sentimientos religiosos, sino en convivir buscando juntos lo más alto y lo más profundo, sabiendo que unos hablan con el Dios de su fe y otros sienten que dialogan con el fondo de sus conciencias. En contrapartida, unas horas después del acto del 18 de Mayo, el Pit-Cnt sacó a relucir la consigna "Ni un solo voto para la derecha"; y le llama "derecha" al arco entero de los opositores, levantando su índice acusatorio contra cualquiera que rechace el continuismo.> > El planteo ignora la doctrina republicana de la ciudadanía y la visión humanista, fincada en la persona, que consagra la Constitución. Coloca la masificación gremial en torno a los intereses, por encima de la libertad de conciencia que es cimiento de todos los derechos. > > Enfrentamos, pues, una opción fundamental: o dejamos ir al país cuesta abajo y entregamos su destino a los lobbies de los gremios obreros y patronales o...

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