El 'boom' de la burocracia estatal

Una de las grandes promesas incumplidas del Frente Amplio en su década de gobierno es la reforma del Estado que ofrecía diversos planes pero que terminó con ese ominoso aumento de 50.000 funcionarios públicos producido durante las administraciones de Tabaré Vázquez y José Mujica.

Tanto en el 2004 como en el 2009 la coalición de izquierda anunció en sus programas de gobierno que uno de sus aportes para modernizar el Estado sería concretar una más afinada selección del nuevo personal a incorporar a las filas de la burocracia estatal. La realidad fue diferente.

Aunque nada de "clientelismo", "amiguismo" o funcionarios "puestos a dedo" había asegurado el Frente Amplio en esas dos campañas electorales, una vez obtenido el mando las puertas de las oficinas públicas se abrieron generosamente para dar cabida a militantes frentistas y otros compañeros de ruta. Para empezar, hubo emblemáticos casos de nepotismo como el protagonizado por Tabaré Vázquez al nombrar a su hermano subsecretario del Interior (posición que conserva hasta la fecha), o el que propició Marina Arismendi al enrolar en su ministerio (Desarrollo Social) a su futuro yerno.

Más allá de estos sonados episodios hubo una chorrera de designaciones que estuvieron lejos de pasar por el tan pregonado tamiz del concurso y del examen. Por la vía de los cargos de confianza, pases en comisión y contratación de asesores la planilla de empleados públicos se incrementó a un ritmo parejo. Más allá de la cobertura de las bajas normales en la administración que fueron llenadas por millares en estos diez años, Vázquez y Mujica incorporaron además a unas 25.000 personas en sus respectivos períodos. Da para ponerse a temblar con la sola idea de que el Frente Amplio pudiera gobernar otro quinquenio manteniendo ese flujo de nuevo personal.

En un país en donde según el último censo la población no aumenta y adonde arribaron hace tiempo las modernas tecnologías de la información que simplificaron la función pública, tan desmesurado crecimiento carece de otra justificación que no sean las viejas plagas del estatismo sazonadas por el clientelismo y la demagogia, vicios denunciados por la izquierda desde la oposición y que practicó hasta el hartazgo desde el gobierno.

Es cierto que se crearon nuevos organismos y que el Estado profundizó su labor en ciertas áreas. También es verdad que una porción del aumento corresponde a personas que ya desempeñaban...

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