Brutal y simple

EN UNA NOTA PARA el suplemento Radar del diario argentino Página/12, Rodrigo Fresán aseguraba que en el tiempo que a él le llevaba escribir esa reseña, Joyce Carol Oates escribía un relato largo. Eso quizá sea tan cierto como que mientras una escribe esta bibliográfica, Fresán se lee completa otra novela estadounidense. Era, pues, el elogio de un devorador de libros a una vomitadora de historias. Suena feo, pero los más de cien títulos de Oates (algunos bajo los seudónimos Rosamond Smith o Lauren Kelly) entre novelas, colecciones de relatos y de ensayos, poemarios y obras de teatro, la convierten en un fenómeno dentro del circo literario, que bajo el sello de la calidad le permite esos despropósitos a muy pocos. Ser demasiado prolífico, más que buena prensa tiene un aire a compulsión desesperada, a falta de tiempo para pulir, a método antiflaubertiano.Violación (2003), incómodamente subtitulada "Una historia de amor", quizá no sea lo mejor de Oates, estadounidense nacida en 1938. La traducción "a la española" del peruano Santiago Roncagliolo (reciente transformador novelesco de nuestro Enrique Amorim en sepulturero gay) tampoco ayuda. La concisa y a su favor breve novela de Oates es la historia de la violación de Teena Maguire, ocurrida en la madrugada del 5 de julio de 1996, luego de la celebración del Día de la Independencia. El mismo asunto había tratado en Qué fue de los Mulvaney (1996), donde una joven era violada una noche de San Valentín. Más que un problema con las fiestas, es una cuestión de mostrar la cara no celebratoria del sueño americano y de la vida cuando la fatalidad se cruza en el camino.El escenario en Violación es un suburbio de la fronteriza Niagara Falls, en el estado de Nueva York, y el crimen es cometido por una pandilla de delincuentes conocidos de la víctima y en presencia de su hija, una chica de doce años. El inicio recuerda la estrategia utilizada un año antes por Gaspar...