Buen seguro anual

Un temporal azotando en el Centenario y San Pedro sin ganas de cerrar la canilla. La hinchada más encendida que nunca, como si el campeonato todavía no hubiese tenido el fin más lindo de todos para el amarillo y negro.La gente enganchando los hit deportivos uno tras otro y los de adentro bastante lentos para acoplarse a la fiesta que se les invitaba a vivir.El problema es que Liverpool manejaba la pelota, inquietaba con su ofensiva y molestaba a Peñarol con su determinación por querer despedirse del campeonato con una alegría frente al grande. Allí, mandaba Paulo Pezzolano, demandaba atención Rodrigo Aguirre y complicaba Lucas Tamareo.Hasta que la cerrada y lluviosa noche montevideana recibió un rayo de luz. Fulgurante. De esos que generan una espontánea reacción de admiración.La pelota había sido rechazada de cabeza y así como le cayó en las inmediaciones de su pierna zurda, Sebastián Gallegos la mandó a encontrarse con el ángulo superior derecho de Matías Castro. Golazo. Espectacular. Y el 1-0 que transformó la jornada y el partido.Porque con la ventaja a su favor...

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