Buscaba recuperar el sabor casero del dulce de leche y terminó desarrollando un modelo de lechería agroecológica

Alejandra Pintos Nació en Hurlingham, Buenos Aires, hace 31 años. Después de estudiar Gestión Gastronómica, en 2014 decidió venir a Uruguay para «hacer temporada» en el Este. Su familia tenía una chacra en la zona de José Ignacio y Araujo confiesa que siempre sintió que ese era su «lugar en el mundo». Un año después abrió un pequeño restaurante a puertas cerradas donde todo era casero y conquistó a sus clientes con el flan con dulce de leche, hecho con ingredientes de proveedores locales. Tal fue el éxito que creó su propia marca de dulce de leche orgánico y agroecológico, El Silente, que desde entonces ha incorporado otros productos. En línea de su filosofía de «vida lenta» practica yoga y surf.Gonzalo Araujo en el tambo de El Silente.El dulce de leche El Silente surgió para acompañar un flan casero que cocinaba en su restaurante en José Ignacio. ¿Cómo surgió la idea?En 2015 tenía un restaurante a puertas cerradas en una chacra familiar y la idea era hacer toda comida de campo bien tradicional, tratar de no usar nada previamente elaborado. Había un tambo cerca a donde iba a buscar la leche recién ordeñada para hacer quesos y un día se me ocurrió hacer dulce de leche. Fui a lo de una vecina, que se llama Elvira, y me mostró cómo se hacía el dulce de leche casero, el que había hecho toda su vida. Yo nunca había probado el casero y me di cuenta de que había una diferencia abismal entre este y el industrial. Lo empecé a hacer en el restaurante, para los postres como el flan. A los clientes les encantó. Así fue que empecé a vender dulce de leche. Me acuerdo que al primero que le vendí le llevé la cacerola, porque no tenía dónde envasarlo, lo vació en un tupper y me devolvió la cacerola. Así empezó todo.¿Cuándo empezó a considerar al dulce de leche como un potencial negocio?Al restaurante en la temporada le fue bien pero después bajó, era muy estacional. Con el envión del dulce de leche, que a todos les había fascinado y me lo habían pedido, empecé a ir a ferias vecinales con mis frascos y se vendían muy bien. No tenía planeado dedicarme a esto cuando vine acá pero me fui enamorando del dulce de leche, de la manera de hacerlo. Me daba mucha pena que se pierda el sabor de lo casero, que solo conociéramos el industrial.¿Cómo fue evolucionando aquella primera receta?La receta que me enseñó Elvira tenía el doble de azúcar, pero me parecía que quedaba demasiado dulce. Y quería que el sabor de la leche tome el protagonismo, que no empalague. También...

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