Otro caballo de Troya

Después de especulaciones de distinto tipo y color, ayer el semanario Búsqueda confirmó que la Dra. Carolina Ache se apresta a postular a las internas del Partido Colorado, en la que está destinada a ser la séptima precandidatura presidencial de dicha colectividad, en competencia con Guzmán Acosta y Lara, Gabriel Gurméndez, Andrés Ojeda, Robert Silva, Tabaré Viera y Gustavo Zubía.De pique nomás, la novel aspirante reivindicó para sí el legado de Jorge Batlle, Pedro Bordaberry y Ernesto Talvi, y arremetió contra su propio partido, acusándolo de una actuación "desteñida" en el seno de la Coalición Republicana.Dijo algo obvio y compartible: que los partidos fundacionales no son lo mismo. Pero lo aderezó, como era de esperar, con fuertes críticas al interior de la coalición, que tuvieron su momento más desagradable cuando expresó que a su colectividad le hace falta "un candidato colorado y no uno rosado".Lo de la descalificación a los acuerdos entre partidos fundacionales con el adjetivo "rosado" o "rosadito" no es nuevo, claro. Su copyright pertenece al Frente Amplio, que lo viene usando para agraviar tanto a blancos como a colorados desde la primera elección en que se aplicó el balotaje, que en 1999 enfrentó a Jorge Batlle con Tabaré Vázquez.Es una especie de mojada de oreja dirigida a los votantes más identificados con sus tradiciones partidarias, suponiendo que no se sentirán cómodos consensuando entre adversarios republicanos... ¡como si les resultara más fácil ponerse de acuerdo con marxistas leninistas devotos de Stalin y exguerrilleros que idolatran a Fidel Castro!Recordamos que en la campaña del balotaje de 1999, la propaganda del FA produjo un spot donde una señora descendiente de Aparicio Saravia declaraba que votaría a Tabaré Vázquez, porque nunca lo haría por "un Batlle". La respuesta del Partido Nacional no se hizo esperar. En menos de 48 horas apareció otro spot no con uno, sino con decenas de descendientes de Saravia que llamaban a votar por Jorge Batlle.El insulto de "rosadito" tiene también una clara connotación machista y homofóbica, algo que no pareció preocupar en los últimos veinte años a muchos frenteamplistas, siempre tan inclusivos de la boca para afuera.Al último a quien habíamos escuchado pronunciarlo fue a Fernando Amado, ese peculiar dirigente que comenzó militando...

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