El cambio y la permanencia

Mucho ha cambiado en 96 años. Desde que la primera edición de El País salió a la calle un 14 de setiembre de 1918, han ocurrido revoluciones, han caído imperios, se han desmoronado ideologías. El ser humano ha logrado milagrosos avances tecnológicos y ha conocido picos inimaginables de miseria y maldad.En ese casi centenar de años de vida, El País siempre ha sabido adaptarse a estos cambios y mantenerse a la vanguardia de los mismos. Es un ejercicio al filo de lo imposible pensar qué dirían aquellos visionarios fundadores si se levantaran de sus tumbas y pudieran leer una edición del diario de hoy, sus titulares, sus noticias políticas, su versión de Internet, las cosas que mueven y apasionan a un lector del siglo XXI.El mundo ha cambiado, la política ha cambiado, el periodismo ha cambiado. Pero, llamativamente, son también muchas las cosas que se mantienen igual. Cuando los fundadores de El País se lanzaron a la aventura de crear un diario, no lo hicieron con ambiciones personales ni económicas. Lo hicieron para ser una tribuna de ideas. Para enfrentar una hegemonía ideológica que dominaba el país en aquellos tiempos. Una hegemonía en buena medida intolerante, confrontativa. Por proyectos vestidos de modernidad, que en muchos casos despreciaban la identidad y la historia nacional. Que daban la espalda a la mitad del país y a sector productivo y cultural que nos marcó como nación desde los inicios. En ese combate de ideas estuvieron dispuestos a poner en juego sus bienes, sus convicciones y hasta su vida.Casi un siglo después, hay mucho de parecido en el Uruguay actual con las condiciones que llevaron a los fundadores a embarcarse en esta empresa riesgosa y apasionante.El Uruguay atraviesa hoy un período de bonanza económica en buena parte debido a condiciones externas muy particulares. Lo mismo que en aquellos tiempos. El Uruguay vive hoy un proceso político anclado en el poder estatal, que hace uso y abuso del mismo, y que está marcado por la intolerancia y la polarización, como en aquellos tiempos. Un proceso que propaga esquemas ideológicos importados, disfrazados de modernidad indiscutible, y que sus impulsores no se toman el trabajo de pasarlo...

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