Los caminos que condujeron al escritor de la soledad al amor

Repaso por el enorme trayecto del más famoso de los escritores del boom latinoamericano y la huella que su obra dejó entre quienes sentían la inagotable avidez de sumergirse en una prosa exuberante y llena de imaginación.Tenía casi veinte años cuando leí Cien años de soledad ydescubrí un mundo deslumbrante a partir de su lectura.En ese entonces, todavía los escritores -en especial los del boom latinoamericano- gozaban de una fama y una difusión que a veces los emparentaba con las estrellas del rock que en la década del 60 habían saltado a los medios y fascinaban a los jóvenes.Los más notorios eran, al menos para mí, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. El argentino, con algo de genio distante, entreverado en los meandros de su Rayuela y perteneciente a una tribu intelectual que habitaba oscuras buhardillas en las que se escuchaba jazz y se especulaba sobre todo. En cambio, el colombiano era como una ventana abierta a la exuberancia de un universo desaforado, tropical y sin duda mágico.Tal vez, esa aventura lectora que me deparó su novela más famosa, me condicionó después para leer todo lo previo a esa explosión imaginativa y, también, todo lo posterior.Como nunca antes lo había hecho -de muy joven fui un lector episódico y gradual- la lectura de Cien años de soledad fue un ejercicio sin pausas hasta llegar a su famosa frase final.Fue la primera vez que me sumergí en la lectura de un texto de ficción con una vehemencia que desconocía y página a página esa novela me sujetó de las entretelas hasta cerrarla con dos sensaciones encontradas: por un lado quedar ahíto de placer y por otro lamentar que su sortilegio hubiese terminado.Así, la saga de los Buendía, me lanzó después a buscar en el autor más contenidos de su yacimiento de maravillas. Entonces leí, en desorden cronológico pero sin mengua de la avidez primera, La hojarasca, La mala hora, El otoño del patriarca, El Coronel no tiene quién le escriba, Ojos de perro azul y todo lo que entonces se editó a partir del milagro de Cien años…Alguien con gran experiencia lectora me dijo una vez que no era bueno empezar a leer a un autor por lo mejor que ha escrito, porque entonces lo previo nos puede parecer menor o no valorarlo en su justa proporción.En el caso de García Márquez, no se trató de que lo anterior a la deslumbrante historia con la que lo descubrí fuera inferior en calidad o interés, sino que yo había accedido a lo primero sin previo aviso...

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