Una campaña demasiado sucia

Es difícil de entender. El país, todavía, atraviesa un buen momento económico, el oficialismo goza de una confortable ventaja de cara a las próximas elecciones, y sin embargo la incipiente campaña electoral muestra un tono de agresividad inusitado. Y, lo peor, es que ese tono es marcado justamente por el oficialismo y sus núcleos cercanos, que son quienes disponen de todo el aparato estatal, y quienes deberían definir una línea de debate con altura y grandeza. ¿Qué está pasando?

Tal vez el primero en aportar a esta ola de crispación absurda fue el expresidente Vázquez. En uno de sus discursos iniciales de campaña, dejó de lado la túnica y su habitual tono evangélico para decir "quieren lola. Van a tener lola". Y a los pocos días volvió a la carga con una patética imitación del senador Larrañaga, a quien criticó por decir que la educación pública en Uruguay es un desastre. Vale decir que la burla por vía indirecta fue también contra los 9 de cada 10 uruguayos que según un sondeo reciente comparten la percepción de Larrañaga. Más allá de esto, ¿es ese el tono con que tiene que hacer política un expresidente? ¿No debería un político de su talla (y con 74 inviernos en el lomo) explicar, convencer, dar argumentos, en vez de hacerse el compadrito?

Muy en línea con la estrategia de Vázquez, algunos medios cercanos al Frente Amplio lanzaron una denuncia bastante absurda implicando primero al sector colorado Vamos Uruguay y luego a un asesor cercano al precandidato Luis Lacalle Pou, de encabezar una campaña para vandalizar contenedores de basura en la capital. Las pruebas de esa grave acusación aún están por verse, y allí se podrá opinar sobre las culpas y responsabilidades. Pero la denuncia hace ruido por varios lados. Primero, porque cualquiera que camine por Montevideo sabe que la ciudad nada en la mugre, y todo argumento que pretenda culpar de ello a nada que no sea la inutilidad de la gestión municipal, suena a excusa lamentable. Segundo, porque no se ve cuál puede ser la ventaja de destruir unos contenedores que pagamos todos los contribuyentes con nuestros parisinos tributos municipales. Y tercero, porque si las cifras de destrucción de estos recipientes de la IMM son verdaderas, ese activista acusado debería tener un gasto en fósforos más grande que el presupuesto de la oficina del ministro Pintado. Y muestra una eficiencia en su tarea que debería generar...

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