Cardenal publicó notas que Juan Pablo II ordenó quemar

"No quemé los apuntes de Juan Pablo II, pues son la clave para comprender su espiritualidad, aquello que es más interior en el hombre: su relación con Dios, con los demás y consigo mismo.ynbsp;Nos revelan cómo era el otro lado de aquella persona que conocimos como obispo en Cracovia y en Roma", se justifica en el prólogo Stanislaw Dziwisz quien durante 40 años fue secretario particular del pontífice y ahora es cardenal de Cracovia (Polonia).En el testamento, Wojtyla había dicho: "No dejo tras de mí ninguna propiedad con la que sea necesario tomar disposiciones. Por lo que se refiere a las cosas de uso cotidiano que me servían, pido que se distribuyan como se considere oportuno. Que los apuntes personales sean quemados. Que vele sobre esto el padre Stanislaw (Dziwisz), a quien agradezco su ayuda tan comprensiva".Autor de varios libros, algunos incluso de poesía, es evidente que Wojtyla habló en serio cuando pidió que sus cuadernos personales acabasen pasto de las llamas. Tampoco se entiende por qué su exsecretario ha tardado tantos años en desvelarlos, si consideraba en serio que se trata de documentos fundamentales para conocer el alma espiritual de su antiguo jefe. En todo caso, la publicación es un acontecimiento que calienta la inminente canonización del autor, el próximo día 27, junto con el también papa Juan XXIII. También es un gran negocio editorial para su promotor, el propio arzobispo de Cracovia, donde el libro apareció el pasado 12 de febrero, publicado por la editorial polaca Znak.Juan XXIII, conocido como el `papa bueno`, también escribió un diario íntimo, publicado tras su muerte con el título Diario del alma (en España, en 1964), con un éxito espectacular. Retrataba a un hombre bondadoso, alegre y confiado, que creía en el ser humano y en una Iglesia abierta al mundo y puesta al día tras un concilio que él mismo había convocado con gran desconcierto del gobierno vaticano.De Juan Pablo II se esperaba algo parecido, cuando se supo que durante décadas había llenado incontables cuadernos con reflexiones y pensamientos al hilo de la actualidad, casi siempre guiado por altos jerarcas encargados cada año de dirigir los ejercicios espirituales en el Vaticano. No le parecieron todos tan interesantes, y ello se nota por la cantidad de apuntes que tomaba y las citas, bíblicas o mundanas, que le sugerían. Así, se explayó cuando quien dictaba los ejercicios, que duraban días, eran Joseph Ratzinger (su sucesor en el papado) o el prepósito general de los...

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