Casa tomada

Mercedes EstramilLOS COMIENZOS de las novelas son emblemáticos, y en algunos casos, ya sean concebidos con una elaboración minuciosa o dictados por un golpe intuitivo, ese pie inicial basta para enganchar al lector para siempre o por lo menos para establecer una separación nítida entre la realidad de la que éste procede y ese otro mundo al que ingresa. Este último es el caso de La pasión según G.H., uno de los textos más herméticos de esa brasileña universal nacida en Ucrania que fue Clarice Lispector (1920-1977).Dejando de lado el título, el prólogo de Gonzalo Aguilar, unas palabras de la autora "seleccionando" a sus lectores, y un acápite del historiador de arte Bernard Berenson, se podría decir que La pasión según G.H. comienza así: "------ estoy buscando, estoy buscando". Considerando que cada capítulo de los 33 innumerados que tiene la novela se abre con la frase con que se cerró el anterior, tenemos una circularidad asegurada y una infinidad en la cual perdernos buscando.Lispector escribió La pasión según G.H. en 1963, tras su divorcio y mientras su ex rápidamente volvía a casarse, y la publicó en 1964, año del golpe militar. Se lee como el evangelio de una mujer en crisis. Su protagonista, escultora soltera y sin hijos, ha despedido a una criada negra, a quien empleó durante medio año. De nuevo sola, el apartamento cómodo donde vive adquiere para ella la dimensión extraña y extranjerizante de la libertad. Pero cuando visita el cuarto de la criada descubre un espacio modificado que escapa a su dominio y en el que sobrevive, dentro de un armario, un símbolo de resistencia anterior y seguramente posterior al ser humano: una cucaracha. En un lento y angustiante proceso, G.H. aplasta al bicho, domina su asco y se lo come, y a medida que relata ese incidente va descubriendo el hilado interno de su vida, en el que apenas sobresalen -como costurones de una autopsia- un amor terminado y un aborto.Las instancias anecdóticas en...