El cero, la única flor de Jardines

A rias se toma la cabeza con las dos manos. Camina de un lado a otro como un condenado. No lo puede creer. Wanderers, su equipo, termina de perderse otro gol. Mejor dicho: Torgnascioli ahoga el grito y evita la caída de su arco. Ramos abre los brazos, pone sus manos al costado de su boca y grita a sus hombres. Les pide que avancen, que jueguen más cerca del área visitante. Y lo hacen, pero les cuesta llegar al arco de Burián. Y cuando lo hacen, erran en el último pase. La pelota corre al ras del piso. Va de un lado a otro y no hay uno solo que le pegue un “uñazo”. Todos la juegan por bajo y abren la cancha. Tocan, corren y van, el partido es entretenido, pero el gol no aparece por imperfecciones en la definición danubiana y por las notables atajadas de Torgnascioli. La mejor, ante cabezazo de su compañero Agustín Peña, voló hacia atrás, tocó la pelota, y pegó en el horizontal. Danubio y Wanderers tocaron mucho pero jugaron poco. No pudieron romper el cero.

Estadio: Jardines del Hipódromo.

Árbitro: D. Riveiro. Asistentes: C. Pastorino y R. Muniz

Danubio: ynbsp;F. Torgnascioli; A. Peña, C. González, J. Pereyra, F...

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