Cerro Chato ya siente el impacto

"Acá se cayó todo". La voz del empresario Heber Motta suena resignada. Desde que la minera Aratirí anunció el freno a las obras en Cerro Chato, Motta, dueño de la única estación de servicio del pueblo, observa como todo lo bueno que llegó de la mano del proyecto empieza a desmoronarse."Se fueron las máquinas perforadoras, se están yendo todos. Yo les vendía cuatro camiones de combustible por semana, ahora vendo uno y medio", protestó el comerciante.El presidente del sindicato de Aratirí, Francisco Da Silva, reconoció que la actividad ha mermado. "Las empresas tercerizadas bajaron el ritmo de trabajo", dijo a El País. Los funcionarios están en asamblea permanente y preparan una marcha a Montevideo en defensa de sus puestos de trabajo.El clima de euforia inicial -con los jóvenes del pueblo empleados y con buenos sueldos, con comercios que incrementaron sus ventas- ha dado paso a la incertidumbre. Y la situación también subrayó un ambiente de división entre los que están a favor y los que están en contra del proyecto minero."El pueblo no está desunido, está enfrentado", admitió Motta. Sin embargo, señaló que son "menos de 20" las personas que se encargan de sembrar la división...

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