'La cerveza artesanal es un amor aprimera vista'

Asegura que llegaron en el momento justo. Hoy venden unos 50.000 litros mensuales, está presente en tres cadenas de supermercados y tiene 125 canillas en Montevideo. Entiende que el sector de cervezas artesanales debería tener leyes especiales y regirse más «como el vino que como la cerveza industrial». Está en pareja hace 22 años, tiene dos hijos y su hobbie es la música.

La empresa empezó en 2008 en Tacuarembó, cuando casi no se hablaba de cerveza artesanal, ¿cómo surgió la idea?

Mi socio, Guido «Cabeza» Arezo, siempre lo tuvo en su mente. Con 18 años hizo un intercambio por estudios en EE.UU. en una casa donde el padre de familia era cervecero artesanal. Le gustó, se trajo un «equipito» y quedó como latente. Luego, con Guido fuimos socios en varios emprendimientos, como restaurantes, en donde lo que más hacíamos era vender cervezas, por ejemplo, el «boliche» Maracatu Atômico (de ahí el nombre de la IPA Atómica). Sabíamos venderla y pensamos que si la producíamos a pequeña escala no tendríamos problema al comercializarla. Un día Guido me invitó a su casa, destapó una botella y me sirvió algo parecido a una cerveza. La había hecho él. Así comenzó todo.

¿Cómo terminó en negocio?

Nunca lo pensamos como un negocio. En ese momento, no existía cultura de tomar cerveza artesanal y lo hicimos porque era algo que nos gustaba. Es más, ninguno de los emprendimientos que hice en mi vida fueron pensados como un buen negocio, pero siempre terminaron siéndolo. Lo que me interesa es hacer algo que quiero. Creo que si comenzás haciendo algo que no querés, podrá ser un buen negocio económico, pero no un buen negocio para uno mismo. Tal vez llegó en el momento justo, porque 20 años antes hubiera sido imposible. Es más, los primeros años fueron muy difíciles, avanzamos muy de a poco, pero cuando «explotó» (el consumo) nos encontró muy prontos. En los inicios, más que sacrificio hicimos malabares y era gracioso, sobre todo para conseguir insumos o conocimiento. Uno de los momentos clave fue cuando hicimos un curso avanzado en la cervecería Koala en Buenos Aires. Fuimos juntos, pasamos dos días entre teóricos y pruebas de cervezas y fue ahí que nos dimos cuenta que la artesanal era distinta a las que tomábamos siempre y decidimos que era por acá. Más adelante, en 2010 otro momento fue nuestra participación en Porto Alegre (Brasil) en la quinta copa de cervezas artesanales de ese país. Les escribimos para participar explicando que en Uruguay no había casi nada y que queríamos ir a validar si lo que estábamos haciendo estaba bien, sobre todo tener una devolución de Randy Mosher, uno de...

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