Chory Castro: el por qué de su ida a Porongos, el no a Ruglio para ir a Peñarol y una picardía en Nacional

Gonzalo Castro está con las manos apoyadas sobre el césped del Centenario, en cuclillas y con una camiseta de Porongos que le queda bailando. Él (mascota) y su padre (jugador, que terminó expulsado) posan para la foto del equipo minutos antes de que ese domingo 19 de noviembre de 1995 la pelota comience a rodar. El interior representado y Peñarol el rival de enfrente.El recuerdo quedó graficado para siempre sobre uno de los cuadros que reposa hasta hoy en la barbacoa de los Castro, en una pintoresca casa de Flores que perfectamente podría ser un museo. El lugar guarda mucho de archivo y lo muestra al Chory durante su pasaje por el Mallorca, con Luis Suárez en Nacional y futbolistas que integraban el plantel en 2002, cuando él era solo un pibe.Bien podría tratarse de un hotel: es un lugar espacioso, tiene una camilla quiropráctica hacia el fondo y cuchetas acondicionadas sobre un cuarto para que se queden a dormir jugadores.Mientras el Chory habla, los perros revolotean. Los niños lo miran con gran admiración cuando firma su pase en la sede de la Liga de Flores; los vecinos, sin embargo, lo tratan como uno más entre un cúmulo de floresinos, como si nunca se hubiese ido. Como si no hubiese pasado 21 años afuera de su tierra, con vacaciones entrecortadas, por jugar al fútbol profesional.https://www.youtube.com/watch?v=N1WDUbT39WcLo que te va cansando son los fines de semana o las vacaciones que nunca compaginás con la familia o con los amigos. Es muy difícil tener un plan o armar algo, y más en el fútbol uruguayo que no sabés hasta una o dos semanas antes cuándo vas a jugar. Siempre había líos con mi señora para festejar los cumpleaños. Normalmente tenés que reservar un mes antes el local para los niños y yo no sabía si iba a jugar un sábado o un domingo.Fueron horas y horas procesando la decisión hasta que a principios de diciembre resolvió retirarse. Tuvo una emotiva despedida frente a su gente en el Gran Parque Central y se despidió con los ojos llenos de lágrimas.Gonzalo Castro.Tuve tres días muy intensos por todos los mensajes que iba recibiendo. Cuando hice público que me iba a retirar, me empezaron a caer muchos mensajes, muy emotivos, de gente todo tipo de ámbito. En cada mensaje que abría, necesitaba segundos para recuperar, leer otro. Esas cosas te llenan el alma.No fue un punto final, sino un hasta pronto. Poco después, en un asado con su amigo Diego Godín, dejó en puntos suspensivos la posibilidad de seguir la huella de su padre...

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