Cien años de Leonilda González, la artista que quiso hacer del arte algo popular

Pos Soledad GagoUna mujer crucificada. Una mujer entre los velos de un vestido de casamiento que sostiene un cartel que dice no. Una mujer que lleva, sobre su cabeza, un pájaro enjaulado. Tres mujeres cargando un féretro. Tienen, todas, vestidos de novia, los ojos caídos y decepcionados, la expresión de la desdicha, el rostro entre la angustia y la indiferencia. Son imágenes opacas y oscuras, casi sin colores, teñidas de algo parecido a la pesadumbre o a la pena. Son parte de una serie de grabados que se llama Novias revolucionarias y su autora fue, en 1968, Leonilda González.Sobre esa serie, en la página del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV), dice esto: "La inicia como un manifiesto de protesta irónica contra el matrimonio concebido como una pérdida de libertad y se convertiría, en la época de dictadura, en símbolo de protesta. Las mujeres solas y la estética del grabado tan asociada a períodos determinados de la cultura y del país, aludían en el imaginario local a madres y novias con hijos o maridos presos, exiliados o desaparecidos".Leonilda como pregunta. Leonilda como crítica. Leonilda como confrontación. Leonilda como pensamiento. Leonilda como igualdad. Leonilda como resistencia. Leonilda como el tiempo y sin embargo.Pintora y grabadora, el próximo dos de febrero se cumplen 100 años del nacimiento de la artista y el MNAV prepara una exposición con su trabajo que estará a partir de marzo. Hay, en el museo, un acervo de 22 piezas suyas."No se me ocurre obra más actual, más contemporánea y más removedora que la suya. No podemos pasar por los 50, 60, comienzos de los 70 sin pensar en su trabajo. Su rol como artista y como gestora cultural en Uruguay fue fundamental", dice Enrique Aguerre, director del museo. Leonilda como el tiempo y sin embargo.Leonilda González por Carolina Angulo para el libro Uruguayas rebeldes II Grabadora Su biografía dice que nació en Minuano, una localidad pequeña en una zona rural del departamento de Colonia y que allí, mientras cuidaba a un caballo, se sentaba al borde de una alcantarilla y hacía muñecos de barro. Que la gente pasaba y los miraba y le decíaqué lindos. Que fue ahí, exactamente, que se dio cuenta de que la comunicación, para ella, tenía que ver con la expresión artística. Que en 1940 se mudó a Montevideo y tres años después, cuando tenía 20, empezó a estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes, que por entonces todavía funcionaba en una casona vieja sobre la Avenida Garibaldi.En Bellas...

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