A la conquista de las emociones perdidas. Sobre qué es un estreno y sobre City for conquest

AutorCarlos Diviesti
Páginas31-33
A LA CONQUISTA DE LAS EMOCIONES
PERDIDAS. Sobre qué es un estreno y sobre
City for conquest
Carlos Diviesti
AÑO IV / N° 36 / AGOSTO 2021
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¿Qué es un estreno para ustedes? ¿Ver una película nueva o ver una película
de la que no se tenían noticias? Si eligen la primera opción, uf, lamento
decirles que se quedarán afuera de tantas cosas que la verdad, la verdad (¡ay,
la verdad, qué concepto tan resbaladizo!), me da mucha lástima. Si en cambio
eligen la opción que aparece en segundo término, además de felicitarlos
porque compartimos el gusto de mirar películas con la delectación de un
sibarita de paladar negro como un perro de raza, leerán esta nota con mayor
placer porque es, por supuesto, el tema de la misma. Porque el ratón de
cinemateca, ese que se considera émulo de Ben (la rata asesina), del Jerry de
la Metro Goldwyn Mayer, o del insustituible Remy de Ratatouille, sabe
perfectamente que un estreno (derivación de la voz latina strena, que significa
presagio, señal, pronóstico, o regalo que se entrega en ciertas ocasiones como
síntoma de buen agüero), muchas veces, tiene el mismo efecto de las
revelaciones divinas cuando se las confronta con la experiencia personal.
Permítanme contarles, pues, mis impresiones en relación al estreno de
Ciudad por conquistar (City for conquest, EE.UU., 1940, dirigida por Anatole
Litvak y -no acreditado- Jean Negulesco, conocida en el cine Radio City de
Montevideo, el 6 de febrero de 1941, como Ciudad de conquista) en la única
pantalla de la que fui devoto durante meses, la pantalla de mi iMac (que, lo
que son las cosas, hasta tiene nombre de complejo multisalas).
Ciudad por conquistar cuenta la historia de Danny Kenny (James Cagney),
quien junto a su hermano Eddie (Arthur Kennedy) vive en un suburbio de
Nueva York en los años posteriores a la Gran Depresión. Danny trabaja como
camionero pero su verdadero talento lo esconde en los puños; debido a esto
hay mucha gente que quisiera verlo boxear profesionalmente, como Scotty
McPherson (Donald Crisp), un manager honorable que no se anda con trucos
y pretende para sus pupilos un porvenir venturoso. Ese porvenir venturoso
es el que Danny quiere para su hermano, porque Eddie es un músico
brillante que no tiene plata para pagarse los estudios en el conservatorio, y
que practica incansable, en el piano barato que tienen en la habitación donde
viven, cómo componer una sinfonía para Nueva York (quizás para esto Aben
Kandel el autor de la novela del mismo título en la que se basa la película
se haya inspirado en la historia de los hermanos Gershwin y en la
emblemática composición de George, Rhapsody in Blue, pero esto es pura
especulación o deseo de que fuese verdad). A Danny boxear no le cuesta
nada; es algo que lo llevó a que lo respetaran en el barrio y que, con un poco

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