Crecimiento y desarrollo

Llevamos once años de crecimiento económico ininterrumpido y con guarismos superiores al promedio histórico nacional. No hay memoria en la historia del siglo XX de un ciclo tan largo que, por cierto, no ha sido excepcional en la región: sin ir muy lejos, Argentina también ha vivido once años excepcionales, y en general toda América del Sur ha crecido fuertemente.Hay dos razones importantes que ayudan a entender las causas de este proceso. La primera es el ingreso de China en la Organización Mundial de Comercio a fines de 2001. Hoy, ella es la segunda potencia mundial, y es el primer comprador de los productos de Sudamérica: nuestra pujanza exportadora se debe a esa fuerte demanda china de carne, soja, madera, etc. La segunda es la facilidad con la que han llegado inversiones extranjeras a toda la región por causa del largo período de bajísimas tasas de intereses en Estados Unidos.En este esquema, los resultados estadísticos señalan que somos el país de América Latina con mayor ingreso per cápita -más de 16.000 dólares-, con una cifra algo mayor a la de Chile. La perspectiva se mantendrá para 2015: estaremos en ese año con un Producto Bruto Interno cercano a los 60.000 millones de dólares de PBI (cuando si apenas superaba los 12.000 a la salida de la crisis de 2002). Desde que hay estadísticas más confiables en el país -con los gobiernos colegiados blancos de los años sesenta- nunca hubo resultados comparados tan positivos para Uruguay.Se abre ahora un desafío colectivo distinto y más profundo: el desarrollo. En lo económico, un país desarrollado no es solamente aquel en el que crece su renta per cápita hasta alcanzar cierto nivel de riqueza aceptable. Es también, y sobre todo, un país en el que además se aseguran la condiciones de largo plazo para la reproducción de esa riqueza, con reglas de juego que dan tranquilidad a los actores y promueven la economía de mercado. En lo social, un país desarrollado es aquel que permite la movilidad social ascendente de sus clases populares y asegura así la promesa de un bienestar futuro que se logra con esfuerzo y trabajo. En lo político, un país desarrollado conjuga sin errores el verbo de la democracia liberal y representativa, su separación de poderes y su Estado de derecho...

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