Una criatura que volvió de la extinción y el uruguayo que desentraña sus misterios

Por María de los Ángeles OrfilaLa aparición de celacantos ¡vivos! (en este caso Susana Giménez no se hubiera equivocado) sorprendió al mundo entero pero no a los locales. Ocurrió en 1938 en África y en 1998 en Indonesia. "Lo conocían desde los tiempos de sus padres y abuelos pero no sabían lo que era", contó Pablo Toriño, investigador del Instituto de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencias, quien ha encontrado y descrito el cráneo más completo de Sudamérica y hoy es requerido para avanzar en estudios internacionales sobre uno de los animales más misteriosos de todos los tiempos.La confusión era entendible. Solo se conocían por fósiles y los más "nuevos" tenían unos 70 millones de años. Esto coincide con el final de la era de los dinosaurios y, por tal motivo, se creyó que habían marchado también.Error: los celacantos fueron capaces de sobrevivir a toda la reconfiguración de los continentes y al impacto de un mega asteroide. A partir de allí se los llamó "fósiles vivientes" (vaya oxímoron) y no se sabe qué pasó desde aquel momento hasta el presente.Pablo Toriño en TacuarembóUn pez esquivo.En la costa oriental de África le decían gombessa que puede ser traducido como "pez grasoso"; mientras que en Sulawesi, en Indonesia, lo llamaban raja lahut o rey del mar.Lo de "grasoso" es porque "es incomible, según dicen", bromeó el investigador. Luego se les puso los nombres científicos: el africano se llama Latimeria chalumnae y el indonesio, Latimeria menadoensis.La pesca intencional y su comercialización están actualmente prohibidas, dado que se la considera una especie en peligro de extinción (porque no vaya a ser que el hombre consiga lo que no consiguieron millones de años).En Indonesia, por ejemplo, solo se han conocido hasta ahora ocho ejemplares que están debidamente numerados.El celacanto es una criatura esquiva: vive en profundidades superiores a los 100 metros. Mide alrededor del metro y medio de largo, pero los ancestrales eran todavía más grandes: entre tres y cinco metros.Y otro de sus rasgos distintos son sus aletas lobuladas que tienen una serie de huesos que actúan como si "fueran unos pequeños brazos y pequeñas patas".A la izquierda está el cráneo del Mawsonia uruguayo; al lado, un Latimeria africano.Encontrados ¡vivos!A simple vista los celacantos vivos de África e Indonesia son similares pero el ADN reconoció dos especies distintas que se separaron hace 30 millones de años. No obstante, "nunca se profundizó" en la anatomía...

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