Debate doméstico

Hay una plaga peor que la del dengue, el zika o el chikungunya. Es la epidemia de politiquería "bien pensante" que afecta al debate en Uruguay. Y que desde las tribunas políticas, los foros o las redes sociales, pretende imponer verdades que no son, generar enemigos donde no existen, o darse un baño de beatitud que ni el Papa Francisco.

La semana pasada El País publicó un par de notas interesantes. La primera, un informe sobre la situación de trancazo que existe en la negociación salarial en el sector de los trabajadores domésticos. Esto se da pese a que el gobierno, cuando se lanzó esta instancia tuvo la chance de digitar quiénes serían todos los actores. Explicamos: no hubo nadie que se abrogara la representación de la patronal (tema harto complejo), por lo cual se estableció una Liga de Amas de Casa, de dudosa representatividad. La sindical, ya se sabe como las gastan los "socios" del Pit-Cnt, y el gobierno es el gobierno.

Pues bien, ese triplete en forma muy armónica estableció normas específicas, fijó pautas de aumento y lanzó medidas de fiscalización y contralor sin mayores oposiciones. ¿Quién no iba a querer mejorar la situación de una de las ramas más sumergidas de la actividad laboral?

La nota de El País era reveladora porque mostraba que quien tranca la negociación es el propio gobierno, ya que en los últimos años esa actividad ha perdido unos 7.300 puestos de trabajo, la segunda que más ha padecido en el país. Desde el gobierno se teme ahora que la fijación de aumentos demasiado significativos genere todavía más pérdida de puestos de trabajo, cosa que no parece afectar ni a los representantes de la "patronal" ni a la de los trabajadores sindicalizados. Se sabe, los desempleados, no tienen gremio.

El domingo siguiente a la publicación de esa información, un pequeño suelto aparecido en esta página comentaba el hecho, y afirmaba que el dato era previsible. ¿Por qué? Porque el mercado tiene leyes que son tan implacables como las de la física: uno podrá querer que un empleado gane lo máximo posible, pero si los empleadores no están en condiciones de pagarlo, lo que va a pasar es que va aumentar el desempleo.

Esa piecita, de apenas unos 600 caracteres, desató una tormenta en las redes sociales, donde una legión de opinólogos y dirigentes oficialistas de segundo y tercer orden, salieron furibundos a decir que la misma era una muestra de egoísmo, falta de sensibilidad social, de espíritu oligárquico, y algún calificativo de "facho" voló...

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