Bastión del Estado de Derecho

El riguroso e inobjetable cumplimiento de sus competencias constitucionales llevó al Poder Judicial a convertirse en el gran protagonista del año 2013.Una y otra vez debió enfrentarse a la voluntad del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo -que en los hechos responden al mismo Partido y a la misma concepción de la institucionalidad-, expresadas en forma de leyes caprichosas, para defender el Estado de Derecho en el país y el sistema republicano adoptado desde el principio de la historia del Uruguay soberano, libre e independiente. Y si decimos "caprichosas" es porque todas esas leyes fueron aprobadas con la prepotencia de una mayoría automática, que desconoció opiniones de profesores de las cátedras universitarias, e incluso de sus propios legisladores que igual votaron a sabiendas de su inconstitucionalidad.No es fácil para el Poder Judicial enfrentar a los otros poderes del estado. De los tres poderes es el más débil: no tiene el mando de la fuerza de las armas ni el respaldo de un pronunciamiento popular. Sin embargo es la más sólida garantía del imperio del derecho, porque las pasiones políticas llegan a él amainadas y su función es, en la controversia, imponer el respeto a la Constitución, la vigencia de la norma, la afirmación del orden jurídico, el verdadero respeto de los derechos humanos. De todos, no solo de los grupos vociferantesSu máximo órgano -la Suprema Corte de Justicia- se convirtió por sus decisiones en el blanco del gobierno y sus seguidores, de sus presiones y ataques una y otra vez con la complicidad de "expertos" extranjeros sesgados, para violentar los textos constitucionales que se dio para sí la República Oriental del Uruguay.Las visitas de altos comisionados o miembros de organismos internacionales se convirtieron en una rutina, con el argumento de que los principios de nuestro Estado de Derecho, tales como la prescripción o la irretroactividad de la ley penal eran considerados "demodée" (sic) según trasmitió la senadora Constanza Moreira autoinvestida de jurisconsulta. Pero no fue la única: en la misma línea desfilaron Lucía Topolansky, Rafael Michelini, Yerú Pardiñas, Juan Castillo, Eduardo Lorier y muchos otros "popes" del frenteamplismo. No todos, es cierto.Al final debieron rendirse. Nuestro país, su Constitución, no acepta normas...

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