Los desafíos del nuevo gobierno de Lula

Paulo Mansur LevyEl nuevo gobierno en Brasil tuvo un comienzo turbulento. Una semana después de la toma de posesión del presidente Lula, simpatizantes del expresidente Bolsonaro -quien no admitió la derrota en las elecciones y viajó a Estados Unidos antes del traspaso del cargo- invadieron el palacio presidencial, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF), destrozando propiedad pública bajo la mirada complaciente de las fuerzas de seguridad del Distrito Federal (DF), donde se encuentra Brasilia.Finalmente, se decretó la intervención federal en el DF, destituyéndose el gobernador. La mayoría de los participantes en las invasiones procedían de un campamento, instalado después de la derrota de Bolsonaro en las elecciones, ubicado frente al Cuartel General del Ejército (QG) en Brasilia (otros campamentos, aunque de menor escala, también fueron instalados en otras grandes ciudades del país). En esos campamentos, que reunieron a miles de personas, como en Brasilia, se predicaba la intervención de las Fuerzas Armadas, con el cierre del Congreso y del STF y la instauración de un régimen autoritario.Luego de cierta resistencia por parte de los militares -que incluso terminó por conducir a la renuncia del Comandante del Ejército-, los participantes en actos de vandalismo, incluso en campamentos frente a unidades militares, comenzaron a ser detenidos y sometidos a procesos judiciales. . El intento de golpe, luego de las elecciones más reñidas desde la redemocratización en 1985, es solo una expresión más del grado de división que existe en el país. Sin embargo, el sentimiento dominante es el de preservar la democracia y las instituciones y respetar el resultado de las elecciones.En lo económico, el nuevo gobierno oscila entre la retórica populista y las señales al mercado de que está preocupado por la situación fiscal sin, sin embargo, avanzar, por el momento, en medidas concretas para reducir el déficit primario, que debería superar el 2% del PIB este año. En concreto, sólo la reafirmación de la ideología PT/heterodoxa y su apuesta por el poder de las inversiones públicas y el financiamiento a través de la banca oficial para impulsar políticas dirigidas a sectores específicos para acelerar el crecimiento. El rechazo a las privatizaciones, incluida la interrupción de procesos ya iniciados, la incomprensión sobre el papel de los organismos reguladores y la resistencia a los avances en la liberalización comercial, también están entre los puntos...

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