El dictador radiactivo

En este sangriento avispero que Putin ha desatado en su afán por erigirse como un autócrata con vocación imperialista, la diplomacia, que es la estrategia de la oportunidad, se ha tropezado con las malas mañas del gobernante ruso, un avezado manipulador que mientras dice una cosa hace otra. De ahí lo difícil que resulta realizar movimientos en un tablero que el Kremlin mina con trampas y operativos.Washington y la Unión Europea no dudan en imponer sanciones severas al invasor y evitan cruzar la línea roja de una escalada que nos podría acercar al abismo de un enfrentamiento nuclear, pero Moscú emite señales equívocas: dice que va a haber una retirada de tropas en la zona de Kiev pero sólo repliega un 20% de su fuerza y continúa bombardeando el sur mientras asegura que su interés primordial es controlar la región del Donbás. Por momentos todo parece indicar que, en efecto, a la vista de las dificultades de una invasión que se anticipaba aniquilaría al país ocupado en cuestión de días, el Kremlin se ha visto obligado a replantearse su plan de ofensiva.> > Sin embargo, el Pentágono no se fía de este giro y sospecha que podría tratarse de una reorganización de las fuerzas militares, pero siempre con el objetivo final de conquistar Kiev y acabar con la resistencia que el presidente ucraniano Volodomir Zelenski lidera con la pericia de un David ágil frente a un Goliat más torpe de lo esperado. De hecho, el ejército ruso se ha destapado en esta guerra como anticuado y pobremente equipado.> > El mandatario ruso parece funcionar como un reyezuelo rodeado de un coro que complace sin rechistar sus órdenes, por crueles y desatinadas que éstas sean. Según filtraciones sus...

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