La dimensión moral

A nadie escapa que una de las características centrales del discurso del Frente Amplio y sus seguidores, desde hace ya muchos años, es el tema de la superioridad moral de sus planteos.

¿Qué quiere decir esto? Que el debate político no se remite a una competencia de ideas, a un contraste de propuestas que luego puedan ser evaluadas y juzgadas en base a sus resultados concretos. El núcleo central de este discurso es que de un lado del espectro hay buenas intenciones, amor por el país y su gente, y quienes se paran del otro están equivocados o tienen una visión diferente del camino que lleva al progreso. Son gente ruin, que solo busca su beneficio personal, o tiene alguna mala intención oculta.

Este planteo tiene varios efectos negativos. Tal vez el primero es ese tono de enojo con el que cualquier militante oficialista responde cuando se le critica algún punto concreto de la gestión de estos años. Algo que todo uruguayo habrá sentido en su grupo de amistades cuando surge el tema político.

Si se hace un comentario sobre lo terrible de la situación en las cárceles o en los centros de menores, usted no es un ciudadano preocupado por una violación permanente a los derechos humanos. Es un "punitivista", facho, que solo quiere mano dura y a los "milicos" en las calles. Si sugiere que los impuestos están tan altos que asfixian a cualquier emprendimiento, usted no es alguien inquieto por la salud de la economía, es un egoísta "ultraliberal" que quiere recortar los planes de ayuda social.

Un detalle curioso es que el nivel de iracundia se hace más acentuado a medida que las ideas políticas del interpelado se van más al extremo. El ministro Astori no se enoja mucho, apenas intentará eliminar al crítico induciéndolo a un síncope narcoléptico con su tono doctoral monocorde. Ahora haga el experimento de hablarle del Jubilar o de la seca en el agro a un militante del MPP o a un dirigente del Pit, y verá en directo como le crecen los colmillos y la saliva espumosa se le empieza a derramar por las comisuras de la boca. Y decimos curioso porque esas ideas, cuanto más extremas, han generado peores resultados y más miseria en cada uno de sus ensayos recientes. Pero en fin...

Un ejemplo claro de esto lo vimos esta misma semana, cuando nada menos que el subsecretario de Salud Pública, Jorge Quian, dijo que los abogados que defendían a pacientes que hacen recursos de amparo para que el Estado les pague medicamentos en casos terminales, "trafican" con el dolor de...

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