El diputado de Pluna

Además de honestidad y ética, que no deberían reivindicarse en la actividad pública porque deberían ser cosa normal y no la excepción, de tanto en tanto es bueno tener recato. El vedetismo y la soberbia juegan malas pasadas y hay circunstancias en que se nota la ausencia de un amigo sincero que aconseje “quédate tranquilo que el horno no está para bollos”.El escándalo de Pluna dejó dos jerarcas procesados: el ministro de Economía Lorenzo y el presidente del BROU, Calloia. También 3 empresarios. A los gobernantes les costó el cargo como era obvio. La primera reacción de Calloia fue andar de carcajadas en un glamoroso partido de tenis diciendo a las claras que le importaba un pito lo que había pasado. En el caso de Lorenzo la reacción oficialista fue hacer una caravana de respaldo a su persona, y designarlo jefe de campaña del astorismo. Estaba claro que la intención era dar una clara señal de desacato político a la Justicia. Este desacato no tiene efectos jurídicos pero si de despecho a una decisión que puede cuestionarse, pero no desafiando la autoridad de la Justicia desde el propio gobierno.Como si fuera poco ahora, y para profundizar esa intención, se proclamó a Fernando Lorenzo como primer titular a la Cámara de Diputados del grupo de Michelini. No solo le faltó recato y mesura al sector político, sino que también le faltó lo mismo al propio Lorenzo que con clara intención de burla anduvo de discursos hablando de la ética y la corrupción como si nada tuviera que ver con el escándalo. Fue procesado por abuso de funciones, delito que su partido quiere eliminar ahora para beneficiarlo, pero que bien que usaron para cuestionar y agraviar a cuanto dirigente de otro partido se le aplicó antes. Es un delito, parece, impecable para tirárselo a otro mientras...

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