Diseñar instituciones

Por eso es tan importante diseñarlas con cuidado. Cuando las instituciones fallan, entramos en el terreno de la imposición del más fuerte y de los enfrentamientos descontrolados.> > Una primera condición para diseñar buenas instituciones es hacerlo con sentido de permanencia. No es que debamos asumir que las instituciones que vamos a crear durarán para siempre. Lo más probable es que sean modificadas muchas veces, y eventualmente sustituidas. Pero no es buena práctica usar el diseño institucional para resolver problemas coyunturales, ni mucho menos para favorecer (o perjudicar) a personas o grupos específicos. Las instituciones creadas ad hoc no ofrecen ninguna garantía de ser buenas a mediano plazo.> > Tratándose de instituciones públicas, una segunda condición es respetar el diseño general del Estado. El orden jurídico tiene su lógica y sus principios generales. El uso de ciertos dispositivos (como la estructura orgánica de los ministerios o la exigencia de mayorías especiales en el Parlamento) no se hace de manera discrecional, sino siguiendo algunos criterios que es bueno respetar para dar coherencia al conjunto. Si cada decisión de diseño institucional se toma sin tener en cuenta todas las demás, más tarde o más temprano vamos a hundirnos en la confusión y la imprevisibilidad.> > Una tercera condición siempre importante es analizar con cuidado las estructuras de incentivos que estamos creando. Dicho de manera sencilla, los incentivos son los estímulos y desestímulos que están incluidos en cualquier sistema de reglas. No se trata de algo que necesariamente sea dicho de manera explícita, sino, más frecuentemente, de señales implícitas que son percibidas...

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