Un drama histórico que tiene resonancias contemporáneas

FichaEE.UU. 2010. Título original: The Conspirator. Dirección y producción: Robert Redford. Guión: James Solomon, sobre historia del mismo y Gregory Bernstein. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Elenco: James McAvoy, Robin Wright, Kevin Kline, Evan Rachel Wood, Tom Wilkinson, Justin Long, Danny Huston.Ya se ha dicho que esta película no debería llamarse en castellano El conspirador sino La conspiradora. El original inglés admite las dos variantes, y en su centro hay efectivamente una mujer, Mary Surratt (Robin Wright), de hecho la única persona de sexo femenino acusada y finalmente condenada a muerte por su presunta participación en el asesinato del presidente norteamericano Abraham Lincoln.Para el largo debate de los historiadores queda el tema de la real culpabilidad de Mary Surratt. Está fuera de toda duda que fue una simpatizante del Sur, y que en su pensión de Washington se reunía el grupo de agentes confederados encabezado por el actor John Wilkes Booth, que primero planeó raptar a Lincoln, y luego optó por matarlo junto con otras autoridades del gobierno de la Unión tras la rendición del general Lee en Appomattox. Casi no hay dudas tampoco de que ella sabía que su hijo John era uno de esos conspiradores, y que conoció el plan de secuestro.Cabe un margen para la especulación acerca del hecho de si estuvo enterada, además, de que ese plan había sido reemplazado por el de un múltiple asesinato que apuntaba al corazón mismo del gobierno norteamericano (debían morir también el vicepresidente Johnson y el secretario de Estado Se- ward, pero los asesinos no hicieron bien su trabajo). No hay que creer que Mary Surratt fuera una inocente paloma (era una partidaria de la esclavitud y una mujer dispuesta a acoger a conspiradores rebeldes en su casa en la capital), pero su culpabilidad en el cargo de asesinato admite interrogantes.Contra lo que se ha escrito en algunos lados, no es esa culpabilidad o esa inocencia lo que le interesa a Robert Redford en esta película que produjo y dirigió. De hecho, la postura del cineasta puede identificarse con la del abogado Aiken encarnado por James McAvoy, que al principio cree en efecto que su cliente es culpable y al final no está seguro. Pero la película apunta a otro lado: el de la reivindicación del derecho a un juicio justo. Redford y su equipo discuten que Surratt lo haya tenido.Hay que hacerse cargo del contexto histórico. Los Estados Unidos estaban saliendo de una guerra civil que costó seiscientas mil vidas. El...

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