Educación y palabras

Esto ocurre con términos que en esencia son metáforas espaciales sin un sentido definido ("derecha", "izquierda", "avance", "retroceso") y también con términos que se han vuelto etiquetas demonizadoras ("neoliberal", "neofascista", "privatizador").> > Quienes hacen un uso político de estos términos no suelen tener interés en verificar si lo que están diciendo tiene algún sentido. Lo que importa es que, al adjudicarle a un actor alguna de estas características (ya sea una persona, una fuerza política o un gobierno) se lo está empapando de una tonalidad afectiva fuertemente negativa. La verdad no interesa. Tampoco la claridad de razonamiento. Lo único que cuenta es el efecto descalificador ante un público sensible a estas maniobras lingüísticas.> > Así las cosas, es un ejercicio sano tratar de entender qué pueden significar ciertas palabras en un contexto de uso más o menos específico. Por ejemplo, ¿qué significa ser conservador en educación y qué significa no serlo? Una respuesta definitiva puede dar bastante trabajo, pero hay al menos algunos criterios de fácil aplicación.> > Si usted defiende la manera en que se vienen haciendo las cosas como si se tratara de un legado sagrado e inmodificable, hasta el punto de negarse a cambiar incluso aquello que probadamente no funciona, entonces usted es un conservador en educación (como lo sería en cualquier otro ámbito en el que reaccionara de la misma manera). Por el contrario, si usted admite que las reglas de juego pueden ser modificadas y está dispuesto a considerar cambios relativamente profundos, entonces es una persona abierta a la mejora y a la superación.> > Si usted cree que la antigüedad es la fuente casi exclusiva de beneficios...

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