Enseñanza pública y privada

El año lectivo 2017 pinta mal, porque los sindicatos ya han anunciado una alta conflictividad con el fin de conseguir más dinero. Y es fácil prever que, junto con los conflictos, también aumentarán los ataques a la enseñanza privada.

Eso ha sido típico de estos años: el fortalecimiento de los colegios privados gratuitos (que tienen éxito allí donde fracasan los liceos públicos) y el crecimiento de la matrícula de los colegios privados tradicionales (especialmente notable en primaria, cuyo sector privado crece mientras la escuela pública pierde decenas de miles de alumnos) no han llevado a una sana autocrítica, ni a preguntarse qué hay para aprender de lo que están haciendo los privados, sino a intentar debilitarlos. El gobierno ha sido obediente a esas presiones y ha tomado medidas con costos sociales deplorables, como la reducción de las exoneraciones fiscales que permiten financiar a los colegios privados gratuitos.

En este contexto es bueno recordar que la enseñanza privada no es una anomalía ni un fenómeno reciente que haya venido a complicar las cosas, sino un pilar esencial de nuestra tradición educativa, que ha estado presente desde siempre y ha hecho grandes aportes, sin operar jamás como un enemigo de la enseñanza estatal.

Esta verdad ha quedado semiolvidada, en parte por razones políticas y en parte porque la historia ha sido escrita con un fuerte sesgo estatista. Los hechos se presentaron incompletos y así se creó la falsa impresión de que en este país casi no había educación hasta que intervino el Estado.

Para percibir lo falso de esa reconstrucción alcanza con hacerse unas pocas preguntas. ¿Quién educó a Artigas? ¿Dónde estudió José Pedro Varela? ¿Dónde hizo sus estudios primarios y secundarios José Batlle y Ordóñez? La respuesta a estas y otras preguntas similares es siempre la misma: en institutos privados. La enseñanza de este país fue fundada por la iniciativa privada. Los dos primeros centros educativos (fundados por los jesuitas y los franciscanos) empezaron a funcionar apenas 15 años después de la fundación de Montevideo. Tiempo después se sumaron otras escuelas privadas a cargo de maestros que eran también modestos empresarios (un fenómeno muy frecuente en el siglo XIX, pero que ha dejado pocos rastros). Es probable que la primera escuela de este tipo haya sido la del maestro Manuel Díaz Valdez. La primera escuela oficial se fundó años más tarde, en 1772.

Hacia 1850, en el Montevideo de la Guerra Grande, funcionaban 22...

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