La melancolía del escritor

SEGÚN CUENTA y documenta su biógrafo Robert Bréchon, el poeta portugués Fernando Pessoa le escribió el 14 de marzo de 1916 a su colega y compatriota Mário de Sá-Carneiro, entonces en París, una carta en estos términos: “Te escribo hoy impulsado por una necesidad sentimental, por un inmenso deseo de hablarte. Es evidente que no tengo nada que decirte. Solo esto: estoy sumido en lo más hondo de una depresión sin fondo. Esta frase absurda lo dice todo. Estoy en uno de esos días en que nunca he tenido porvenir. Solo hay un presente inmóvil rodeado de un muro de angustia. La otra ribera del río, por el hecho de estar del otro lado, nunca es la de aquí; y esa es la razón profunda de todo mi sufrimiento. Hay barcos para muchos puertos, pero ninguno para ese lugar donde la vida no duele, ni un sitio donde desembarcar para olvidar”.El autor de Mensaje y El libro del desasosiego describió así, como él mismo aclara, y como cualquier psiquiatra o víctima del mal podría corroborarlo, un cuadro depresivo severo, un trastorno anímico caracterizado por una pesadumbre y un abatimiento persistentes. En algunos casos termina en suicidio. En la actualidad su tratamiento combina terapia con medicamentos, pero eso no estaba al alcance de Pessoa cuando escribió aquella desesperada misiva. El avance científico y el consiguiente auxilio a las víctimas vendría mucho después con la investigación de las posibles causas de la enfermedad y la producción de fármacos capaces de compensar los desequilibrios químicos a nivel cerebral que explicarían el trastorno. Si los medicamentos hubieran estado a disposición de Pessoa tal vez se hubiera librado de esa tortura, pero nos habríamos perdido su lúcida descripción del infierno que le tocó vivir, el asalto de un gran escritor a aquello que difícilmente puede ser contado, porque la depresión elude dejarse conquistar por el lenguaje de su víctima.Pessoa recurrió a algunas metáforas y a una frase que descartaba de plano cualquier forma de esperanza al declarar derogada en su interior toda posibilidad o idea de futuro. Vale la pena repetirla:Estoy en uno de esos días en que nunca he tenido porvenir . Es con mucho la parte más terrible en la descripción de su postración psíquica. El adverbionunca tiene un efecto estremecedor, es una compuerta que se abre hacia los abismos más oscuros del alma humana. El poeta se sentía cercado por un presente donde solo tenía cabida el más espantoso dolor. Eldespués no existía, como si la parte de su...

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