Enseñar a esperar en la prisa de vivir

Ana María AbelLic. Ciencias FamiliaresEs conocida por todos la metáfora del burro y la zanahoria: un burro avanza más si se le pone delante una zanahoria. Lo único que ve es la zanahoria y la esperanza de alcanzarla es lo que lo empuja hacia adelante dentro de las limitaciones de su naturaleza.El ejemplo puede servirnos para reflexionar en la necesidad de educar a nuestros hijos en la centralidad de desarrollar energías positivas como la tenacidad, la perseverancia en el esfuerzo, la paciencia. Salvadas las limitaciones de toda comparación, el proponerse una meta valiosa impele hacia delante y ayuda a vivir esperanzados en obtenerla.Un pedagogo amigo, Gerardo Castillo, al tratar con jóvenes suele prevenirles de una posible fiebre que puede atacarles: la de la prisa por vivir. Los jóvenes de hoy desean frenéticamente probarlo todo, tener experiencias, vivir a tope retando los límites de las 24 horas disponibles por día. No les alcanza que otro les cuente las sensaciones que se viven en el aire amarrados de un ala delta, de los efectos de la droga o de la velocidad: quieren probarlo en primera persona y ¡ya! Lo quieren todo junto y rápido, muy rápidoNuestros jóvenes, por lo general, no están educados en el valor de la espera. Desconocen que Marie Curie (1867-1934) la primera persona que obtuvo dos premios Nobel, investigó tenazmente durante años para descubrir el radio, que tanto influyó en la historia del siglo XX.La prisa por vivir es en parte consecuencia de la inmediatez que les proporcionan los avances tecnológicos en que han crecido...

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