Las estrellas que nacen, explotan y desaparecen

En los años 60, mientras los Four Seasons tocaban el cielo con el single Sherry, Clint Eastwood brillaba bajo el sol del western en la Trilogía del dólar de la mano de Sergio Leone y también en la serie El magnífico extranjero.Y es justamente esta ficción -emitida por la CBS entre 1959 y 1965- la que por un momento vincula ambos universos sesentosos en Jersey Boys, cuando uno de sus protagonistas mira un fragmento donde aparece el propio Clint en la televisión.El film cuenta el surgimiento musical, el auge, la caída y el renacimiento de Frankie Valli (John Lloyd Young), la particular voz con la que entonó los hits de los Four Seasons y luego su carrera como solista. Para tal fin, Eastwood incurre nuevamente en el musical -ya lo había hecho en Bird-, con una narración coral donde los protagonistas van contando los hechos y pasándose la posta mientras rompen el código de ficcionalidad y hacen cómplice al espectador (característica de House of Cards y, antes, de films como Alta fidelidad o Alfie: Un seductor irresistible, entre otros). Ambos recursos funcionan muy bien y los números musicales no son tan recurrentes ni sobreproducidos (se agradece) y, mucho menos, artificiosos. Jersey Boys tiene una fuerza demoledora en sus primeros dos tercios: su inmersión en las familias italoamericanas de New Jersey, los vínculos con la mafia, el sentido de pertenencia al barrio y el ritmo general remiten al Scorsese de Buenos muchachos (por ahí anda, incluso, un joven Joe Pesci). En eso de madres que gritan frases en italiano, familias comiendo pasta y jóvenes que juegan a agarrarse a las trompadas (guiño a Perros de la calle) se va lo mejor de la película y de sus protagonistas, en especial de Vincent Piazza como Tommy DeVito, Christopher...