El explorador de los universos oscuros

El estreno comercial de "Polvo de estrellas", que tras algunas demoras llega finalmente hoy a Montevideo, puede ser un buen pretexto para repasar el aporte al cine del director canadiense David Cronenberg.

Ha pasado mucho tiempo desde que el cineasta era fácil y erróneamente descartado como un mero fabricante de terror explícito o fantasía paranormal (Scanners, 1981, La zona muerta, 1983, La mosca, 1986). Tras Pacto de amor (1988), Una historia violenta (2005) o Promesas del este (2007), quedan pocas dudas de que se trata de uno de los grandes autores del cine contemporáneo, un hombre dotado de una visión propia y una extraordinaria capacidad como narrador cinematográfico (aunque pueda también equivocarse gruesamente: recordar M. Butterfly, 1993, o Cosmópolis, 2012). El Oscar puede no haberlo advertido (Viggo Mortensen señaló en su momento que su ausencia entre los candidatos al premio, el año de Promesas del este, era un escándalo público), pero ya se sabe que la Academia de Hollywood suele preferir a los Ron Howard y los Tony Gilroy de este mundo.

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También la crítica demoró un poco en prestar atención a Cronenberg: nacer en Canadá y empezar haciendo películas de terror ciertamente no ayudó. Y sin embargo no era difícil advertir que había un talento en sus primeros films de miedo. Nacido en Toronto en 1943, Cronenberg comenzó haciendo algún film experimental y luego cultivó sobre todo lo que se ha llamado el "horror corporal", basado en mutaciones, transformaciones inquietantes e invasión de parásitos asesinos, un período al que pertenecen películas suyas como Shivers, Rabia o Scanners.

Hombre culto (afirma que sus principales influencias han sido William Burroughs y Vladimir Nabokov) no es de extrañar que haya filmado efectivamente al "infilmable" Burroughs en El almuerzo desnudo (1991). E incluso en sus films más "mainstream" ha explorado el mundo de las mutaciones y los fenómenos paranormales (Cuerpos invadidos, 1983; La zona muerta; La mosca).

Fue empero a partir de Pasión de amor, que contenía entre otras virtudes una formidable doble actuación de Jeremy Irons, que Cronenberg escapó del gueto de los géneros para comenzar a ser aceptado simplemente como lo que es: un real autor cinematográfico. Ahí están películas como eXistenZ (1999), Spider (2002), Una historia violenta (2005) o Promesas del este para demostrarlo.

Resultan rasgos característicos del universo creativo de Cronenberg los temas...

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